domingo, 22 de abril de 2007

Gran Hermano


ACCION  POPULAR  NACIONALISTA
San Martín - Rosas - Perón
 
Gentileza de Eduardo Nicolás Canosa
 
Gran hermano   
                                 El control impensado
  
                                  Abril de 2007
  
Hace aproximadamente siete décadas, el novelista
George Orwell imaginó un horizonte, en el que el poder controlaría totalitariamente a la población por medio de pantallas omnipresentes en cada hogar. El programa que desde la T.V. abierta y el cable arrasa con los índices de audiencia realiza de modo oblicuo las anticipaciones orwellianas, con algunas sensibles y destacables modificaciones con respecto al original.
  
La trama es archiconocida y se ha desarrollado en muchos países del mundo. En la Argentina se viene presentando desde el 2001, año que adquiere dimensiones simbólicas por haberse consumado hacia fines del
mismo una revuelta que significó el principio del fin para el imperio neoliberal en nuestro país. Pero las audiencias apasionadas con el fenómeno de marras nos confirman en la presunción que la batalla cultural contra el poder dista mucho de haber sido ganada por nuestros pueblos. Decíamos en el primer editorial publicado hace ya un semestre que para las fuerzas dominantes la  "principal herramienta- en el complejo proceso de construcción de la dominación- es comunicacional o massmediática, ya que la opresión se funda en la aceptación por parte de las víctimas de su condición subordinada. De allí que se inviertan montañas de dólares en industrias culturales que aparentan ser sólo de entretenimiento; pero que en realidad son un mecanismo ideológico decisivo para la continuidad del proceso de explotación y marginalidad. Persiguen no sólo que pasemos hambre, frío y sed, también debemos estar alegres por esto."
  
A tal estrategia le resulta fundacional el modo en que ignotos participantes se encierran en una casa para vivir sus rutinas frente a la cámara. Para el observador ocasional del programa, resalta de modo muy evidente la más que franciscana pobreza en recursos lingüísticos de la que hacen gala los jóvenes concursantes. He aquí una conclusión nada despreciable: la T.V orgánicamente ligada al servicio de los intereses que empobrecen, explotan y marginan al pueblo, necesita presentarle estos modelos de conducta como excluyentes. Eludir la presencia de intelectuales críticos, trabajadores solidarios y cualquier persona con un mínimo de abnegación significa borrarlos de la percepción colectiva. Por acción u omisión, el oportunista o el trepador son
presentados como únicos paradadigmas aceptados y la carrera por apropiarse de un premio a cualquier costo como exclusivo modo de desempeñarse en sociedad. Presentar la competencia despiadada de modo casi inevitable constituye un modo perverso de naturalizar los rasgos más salvajes de las sociedades capitalistas.
  
Por otra parte, como decía un lingüista, las personas expropiadas de  la capacidad expresiva, sufren en realidad la perdida de su libertad; entendida en sus aspectos más sustantivos. En efecto, un pueblo sometido a mirar como algunos semejantes compiten por decir vaciedades y mostrar una indiferencia absoluta hacia cuestiones importantes es un conglomerado humano al cual el poder real puede imponerle prácticamente lo que se le antoje.
  
Otro contenido decisivo del engendro es el hecho que todas las cuestiones que en el programa circulan pertenecen al ámbito privado. No es una maniobra menor: si todo lo que se habla no pertenece en rigor a lo que corresponde llamar espacios públicos, estos desaparecen. Con esta sencilla ceremonia (mágica), el poder escamotea nada menos que la maniobra de borrar de la percepción colectiva la historia de la ampliación de la ciudadanía, que- como es sabido- se da y realiza en los espacios públicos.
  
Hace algunos años, el filósofo italiano Umberto Ecco demostraba como el derechista
Silvio Berlusconi, antes de imponerse en una elección, había diseminado los valores (individualistas) de la serie Dallas en la conciencia del pueblo italiano. En rigor, fue esta la precondición cultural para los dos triunfos comiciales del dueño de canales televisivos y otras empresas.
  
Manejando la agenda, vaciando el lenguaje de los sujetos subalternos, desapareciendo de los debates las cuestiones públicas los resultados son magníficos en términos de dominación. Además, se logra ganar cantidades de dinero fastuosas. Nótese cuanto se puede controlar, sin necesidad de penetrar con un ojo avizor en cada hogar Mientras estos programas sigan concitando la adhesión de vastos sectores, será imperioso redoblar la batalla cultural contra el poder económico, el enemigo del pueblo. En ella,
todos los individuos concientes de lo que hemos afirmado deben comprometerse en el cotidiano combate de construir una nueva cultura, actitud necesaria para transformar la sociedad.