viernes, 28 de agosto de 2015

Una Europa con mucho neonazismo y muy escaso humanitarismo

Las multinacionales y los bancos saquearon y pauperizaron a África y esa es la principal causa de la pobreza y el subdesarrollo de ese continente. También hay que mencionar las guerras interminables en África, promovidas por la codicia europea, como motor adicional del actual fenómeno de la inmigración.
Infinitos son los crímenes de Europa y del capitalismo salvaje.
Infinitos son los crímenes de Europa y del capitalismo salvaje.
Por Emilio Marín. Es noticia corriente el drama humanitario de los inmigrantes. Medio millón de inmigrantes legará este año a Europa. Esas tragedias tienen como denominador común las guerras y la extrema pobreza. Recrudecen ataques xenófobos y sólo un par de gobiernos europeos muestran atisbos de comprensión.
El drama de los inmigrantes es revelador de las injusticias flagrantes del mundo globalizado y capitalista. Por eso la corriente de gente huye de Siria, África, Afganistán, etc, y no de Alemania, Suecia ni Francia, que -por el contrario- son las metas para centenares de miles de personas, en rigor millones si se cuentan dos o más años de ese éxodo.
Conviene no aburrir con cifras, pero las oficinas de refugiados de la ONU, Acnur, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y dependencias europeas, estimaron que de enero a julio casi 300.000 personas arribaron a Europa procedentes de aquellos países empobrecidos o donde la guerra pone en serio riesgo sus vidas. Esas agencias creen, con fundamentos, que cuando termine el año 2015 aquella cifra habrá alcanzado el medio millón, superando en mucho la del año anterior.
Las rutas de llegada a Europa son básicamente dos.
Una, desde el norte de África, particularmente de los puertos de Libia, por vía marítima hacia Italia, que es un camino relativamente más corto pero también más mortal pues el grueso de los 2.300 muertos en lo que va del año ocurrió allí. Lo de “vía marítima” es una forma de decir porque en realidad son viejos barcos atestados de gente, que en muchos casos terminan hundiéndose con su valiosa carga.
La otra arranca generalmente en Turquía y de allí pasa a Grecia, a alguna de sus muchas islas, para dirigirse al norte, vía Macedonia o Serbia, hasta Hungría, integrante de la Unión Europea y firmante del Tratado de Schengen, que permite el libre tránsito de las personas dentro de los países miembros. Cuando este pacto se firmó, en 1985, estaba pensado para luxemburgueses, franceses, ingleses, alemanes, belgas y otros ciudadanos del Primer Mundo. Nunca quiso ser un pase libre para los hambrientos libios, senegaleses, sirios y afganos.
La ruta griega viene siendo más usada por las constantes tragedias en el mar cerca de Libia e Italia, al punto que ha crecido un 750 por ciento el número de inmigrantes que la emplearon en el primer semestre de este año en cotejo con igual lapso del anterior. De hecho el número de muertos es mucho mayor en el corredor marítimo enumerado más arriba.

Fenómeno imparable

Lo que indican los números es que la inmigración desde África y Turquía es un fenómeno imparable. Los gobiernos europeos han intentado de todo, menos soluciones humanitarias, y han fracasado. Su política principal fue dejar sola a Italia y lavarse las manos, algo en lo que los británicos son especialistas. Los operativos supuestamente humanitarios como “Mare Nostrum”, Frontex y otros, podían rescatar una parte de las personas que ya estaban en el agua, mientras la mayoría moría ahogada, y no atendía a las necesidades sociales. Querían impedir o reducir el número de inmigrantes, para que la vieja Europa siguiera viviendo más o menos apaciblemente, al menos sin esa presencia molesta de africanos y asiáticos que además obliga a los estados a invertir ciertos dineros en programas para éstos, creación de empleo, viviendas, etc.
De allí que los gobiernos de la UE redoblaron sus muros de contención, como en Macedonia y Hungría, tratando de blindar sus fronteras (el ultraderechista norteamericano Donald Trump quiere hacer lo mismo en los 3.145 km del límite con México). España hace otro tanto en sus enclaves africanos de Ceuta y Melilla. En isla griega de Kos los inmigrantes son encerrados en estadios de fútbol sin agua ni comida, y cuando hay reclamos terminan reprimiéndolos. Las fuerzas de seguridad de Macedonia también les pegan palos, tiran balas y granadas lacrimógenas, sin complejos.
Hasta abril de este año los gobiernos europeos encabezados por Alemania se reunían en Bruselas para acordar blindajes antiinmigración y programas de expulsiones rápidas, como válidas para los 28 socios de la UE.
Esa política fracasó pues la ola inmigratoria se hizo más alta e irresistible. Angela Merkel y sus colegas estudiaban si iban a dar “luz verde” a 10.000 refugiados con los papeles listos en Turquía, cuando el drama, según la estadística de las Naciones Unidas, abarca a 6.100.000 refugiados de Siria, Eritrea, Somalia, Irak, Mali y Nigeria.

Culpa de la OTAN

Además de las multinacionales y bancos que saquearon y pauperizaron a África -tal la causa general de la pobreza y subdesarrollo de ese continente- hay que enfatizar en las guerras como motor del actual fenómeno de la inmigración.
Se pueden poner dos ejemplos y ambos arrancan en el 2011: Libia y Siria.
En el primer caso la OTAN, o sea Estados Unidos y sus socios europeos, armaron a la oposición libia y generaron una guerra para sacar del gobierno y asesinar a Muammar Khadafy. Libia hoy no tiene un gobierno unificado y las milicias y mafias gobiernan determinadas regiones y hacen negocios grandes con el petróleo. Un negocio menor, pero lamentable, es el de los grupos mafiosos que embarcan a desesperados por huir rumbo a Italia o a donde sea, que generalmente mueren en el mar o en el mejor de los casos llegan con una familia diezmada a Sicilia o Calabria.¿De quién es la culpa de la guerra en Libia? Claramente de la OTAN.
El otro caso se refiere a Siria. También en 2011 las potencias occidentales financiaron y armaron al Ejército Libre de Siria y una coalición política opositora al presidente Basher al Assad, queriéndolo asesinar como al líder libio. Lo peor de todo es que, tal como les advertía el presidente sirio, estaban apoyando a Al Qaeda y sucedáneos, como terminó siendo el ISIS o Estado Islámico. Este califato criminal con sus atentados terroristas asoló Irak y Siria, con incursiones en El Líbano y Turquía.
Uno de los resultados fue que -de la población siria de 23 millones de habitantes- más de cuatro han buscado emigrar. Ellos son la espina dorsal de la columna de inmigrantes que vía Turquía quiere llegar a Europa. La pregunta se repite. ¿De quien es la culpa de la guerra en Siria? Otra vez, claramente, de la OTAN.
Esos imperios atacaron a Libia y Siria, con un resultado negativo tremendo: miles de muertos, inestabilidad política, aumento de grupos terroristas como ISIS y drama humanitario que se vuelve en su contra. El único que se mantiene lejos, geográficamente, es Estados Unidos. Italia y Grecia quedan más cerca…

Neonazis versus aspirinas

La contención del problema mediante muros fronterizos y operativos navales fue un fracaso total. Además, desde el punto de vista político, para buena parte de la humanidad, no toda por supuesto, el drama de la inmigración no debía ser resuelto con los medios represivos. El alcalde italiano de Palermo, por ejemplo, cuestionó que los gobiernos europeos estaban actuando con esas pobres personas con la lógica de los nazis de setenta años atrás.
En esa misma línea crítica, el Papa dijo en junio en Turín que “el migrante es víctima de esta economía del descarte”. Otros obispos retomaron esa línea humanitaria y se armó flor de polémica con la derecha italiana de Forza Italia y Liga del Norte, que cuestionaron al Vaticano. La derecha italiana, como la de otros países, se encrespa y agita cuando aparecen inmigrantes, pues su veta es esencialmente xenófoba. Además, si tienen recetas de ajuste y pobreza para con sus propios ciudadanos, mucho más para con llegados del extranjero (personas pobres, obvio, si fueran empresarios e inversionistas les darían una calurosa bienvenida).
El desbarajuste político europeo es casi total. Está en crisis el tratado de Schengen, que permite la libre circulación de personas pues los inmigrantes que pongan pie en Budapest, por ejemplo, podrían seguir viaje a Alemania o Suecia. Hungría, con su derechista presidente Viktor Orban, está erigiendo un segundo y más alto muro para contener el alud proveniente de Serbia. ¿Darán por finiquitado aquel tratado? El premier británico David Cameron debe desear dinamitar el Euro túnel para obturar el camino de llegada de esos indeseables a su Reino Unido.
Al calor de esas políticas antiinmigración volvió a levantar cabeza la ultraderecha xenófoba, con Marine Le Pen del Frente Nacional francés y el NPD neonazis alemán, que agredió al centro de recepción de refugiados en Heidenau, Sajonia, sur de Dresden. Para esos fascistas, como para el premier húngaro Orban, los refugiados son sinónimo de delincuencia, terrorismo y desempleo.
Llegado a ese punto de ataques a los extranjeros, la canciller germana tuvo un buen gesto, pues declaró: “es repugnante ver cómo los extremistas de ultraderecha y los neonazis están expresando su odio, pero también es una desgracia ver cómo ciudadanos alemanes, e incluso familias con niños, los apoyan. Alemania respeta la dignidad de cada persona”.
Como respaldando esas palabras con ciertos hechos, se supo que Alemania y Suecia están recibiendo el 43 por ciento del total de inmigrantes y que Merkel elevó a 800.000 las solicitudes de asilo que su país espera recibir este año. El dato es auspicioso, si se cumple, aunque es una aspirina grande y no una solución para los más de 6 millones de refugiados que tiene el inventario de la ONU.

sábado, 1 de agosto de 2015

Gral. Ing. Manuel Savio

General Manuel Savio
“Entendemos que la industrialización del país es imprescindible e impostergable como factor de equilibrio económico social (…) Entendemos también (…) que la industria comúnmente llamada ‘pesada’ es primordial para desarrollar la de carácter manufacturero (…) y que, por lo tanto, si el país renuncia a contar con ella perderá la oportunidad de ocupar… en el concierto universal el nivel que le corresponde por su potencial moral y material, pues dependerá en forma excesiva de la buena voluntad extraña a sus propios y vitales intereses.”
El 15 de marzo de 1892 nacía uno de aquellos hombres que más tarde serían recordados como “Los Generales del Pueblo”, Manuel Savio. Este Ingeniero Militar, que luego alcanzaría el grado de General de División, hizo suyo el objetivo de industrializar la Nación, que por aquellos momentos se caracterizaba por su modelo agro-exportador, sin mayores emprendimientos industriales.
El General Savio fue el heredero de fray Luis Beltrán y el continuador del legado materializado por el general Enrique Mosconi en YPF durante las presidencias de Yrigoyen. Este patriota de acero tenía como objetivo central la transformación de una economía agro exportadora y dependiente, en una economía industrializada que, de la mano de el Estado, asegure el desarrollo de la Patria en el plano de la independencia económica, que a su vez posibilitara la soberanía política y la justicia social.
En 1936, con 44 años, Savio fue designado al frente de la dirección de Fabricas Militares. Desde ese lugar impulsaría el desarrollo de la industria pesada nacional, enviando un proyecto de ley por el cual se crearía la Dirección General de Fabricaciones Militares (FM) y se autorizaba a realizar exploraciones y explotaciones de metales de valor estratégico, como cobre, hierro, plomo, estaño, manganeso, wolframio, aluminio y berilio, al igual que no metales, como el azufre, minerales que no serian destinados a su exportación, sino que servirían como insumos básicos para la industria nacional. Los hallazgos y explotaciones que se realizaron desde FM fueron numerosos, siendo los más destacables los del hierro de Puesto Viejo, al sur de Palpalá, en Zapla; las arcillas y caolines bonaerenses, el uranio de Comechingones y de la mina “Soberanía”, de Mendoza; el cobre de Los Aparejos, en Tinogasta, Catamarca; el mineral del Paramillo, de Uspallata, Mendoza; la mina de hematita La Santa, Pastos Grandes, Salta; y el cobre y la rodocrosita de Capillitas, entre otras.
Para el año 1943, a menos de 7 años de su creación como organismo autárquico, el Gral. Savio había inaugurado 9 fábricas nuevas: Fábrica de Acero y Pólvora y Fábrica de Explosivos de Villa María, Fabricaciones Militares de Armas Portátiles “Domingo Matheu”, Tolueno Sintético, Munición de Artillería Río Tercero, Munición de Artillería “Borghi”, Vainas y Conductores Eléctricos E.C.A., Munición de Armas Portátiles “San Francisco”, Materiales Pirotécnicos y Altos Hornos Zapla), que se sumaban a las 3 ya existentes (Fábrica Militar de Equipos, Fábrica de Material de Comunicaciones y Fábrica de Aviones.
Ya para el 7 de marzo de 1944, tendría lugar un hito de la industria siderúrgica nacional, el comienzo de la construcción de la Planta Industrializadora de Palpalá, cuyo horno se construiría en hormigón armado (único en el mundo) por la escasez de materiales imperante en ese tiempo y cuyo fuego seria alimentado por carbón vegetal ante la falta de carbón mineral (para esto Savio activó el Vivero de Pirané, con 30 millones de eucaliptos y 15.000 hectáreas).
Llegado el 11 de Octubre de 1945, apenas 1 año y 7 meses después del comienzo de las obras, surgiría del Alto Horno el primer chorro de hierro, sobre el cual Savio expreso que “iluminará el camino ancho de la Nación Argentina”.
Luego de esto se realizaron otros importantes logros, como la adquisición de la Sociedad Electrometalúrgica SEMA, rebautizada como Fábrica Militar de Vainas y Conductores Eléctricos (latón militar para vainas, metales para la industria manufacturera y una amplia gama de conductores eléctricos), además de la inauguración de la Fabrica Militar de Materiales Pirotécnicos y de la Fábrica Militar de Material de Comunicaciones y Equipos.
En 1946, ante la abrupta caída en el consumo nacional de hierro y la escasez de materiales, el Gral. Savio suscribe su Plan Siderúrgico, que luego seria transformado en ley, con el objetivo de producir acero en el país utilizando materias primas y combustibles argentinos (complementando en caso de ser necesario con materiales importados), para así ofrecer el suministro a las industrias de transformación y terminado de acero, fomentando la instalación de plantas de transformación y logrando de esa manera el desarrollo de la industria nacional.
Savio sobre el acero y la independencia económica
El Plan Siderúrgico, enmarcado en el Primer Plan Quinquenal del gobierno de Juan Perón, daría a luz a una empresa emblema de la industria nacional, SOMISA - Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina -, para realizar en el país el proceso completo de producir acero a partir del mineral de hierro. Desgraciadamente, en pleno desarrollo de su plan, el Gral. Manuel Savio murió a raíz de un paro cardíaco, el 31 de julio de 1948, a la edad de 56 años, estableciéndose ese día como el Día de la Siderurgia Argentina.
En los años posteriores, esta empresa contribuyó a la industrialización del país, aportó grandes cantidades de dinero al fisco, exportó cifras considerables y tuvo una facturación extraordinaria. Además, como si fuera poco, promocionaba economías regionales y se abastecía de mineral nacional. Es decir, constituía un factor estratégico de nuestra economía en manos del Estado.
En el marco del neoliberalismo antipatria, SOMISA fue desguazada y luego privatizada, pasando a formar parte del nefasto grupo privado Techint, que pagó un mínimo porcentaje de su valor real. Altos Hornos Zapla sufrió el mismo destino en 1999, siendo rematada por un precio cercano al de su producción anual, y pasó a manos del empresario buitre Sergio Taselli.
Desde La Baldrich, rescatamos el legado y la epopeya del General Savio en pos de la industrialización de la Patria, y ponemos en la mesa de discusión la necesidad actual de un Plan Siderúrgico Nacional en beneficio de la economía argentina. Por ello, manifestamos con fuerte ímpetu: Industrias para la Defensa – Altos Hornos Zapla – SOMISA ¡luche y vuelve!
“Necesitamos barcos, ferrocarriles, puertos y máquinas de trabajo, y no nos podemos detener a la espera de milagros… ello es ya un imperativo en nuestro progreso, porque es un mandato de la argentinidad, porque lo requiere nuestra soberanía dentro de un programa que no persigue ninguna autarquía deformada por exacerbado nacionalismo, sino porque aspira a contar con un mínimo de independencia” Gral. Manuel Savio
(Fuente: http://www.labaldrich.com.ar/)