lunes, 2 de abril de 2007

Estados Unidos y el Reino Unido quieren agredir a Iran, pero tienen un inconveniente tras otro

Quince marinos británicos presos por entrar en aguas iraníes
Estados Unidos y el Reino Unido quieren agredir a Irán, pero tienen un inconveniente tras otro
Por: Emilio Marín (LA ARENA)
Fecha publicación: 01/04/2007

 

Hace mucho tiempo, en rigor desde 1979, que Estados Unidos quiere invadir Irán. Ese afán recrudeció en los últimos meses. Pero las autoridades iraníes se mantienen firmes y las excusas de George Bush para agredir no suenan creíbles en los oídos internacionales.

Los planes de George Bush y Anthony Blair para usar la fuerza contra Irán son tan públicos, que hasta los gobernantes de terceros países dan a conocer detalles.

Una de las denuncias provino del gobierno de Rusia, que alertó contra movimientos de fuerzas estadounidenses y británicas en las proximidades de Irán. Agencias moscovitas dieron cuenta de la fabricación de una súper bomba encargada en 2004 por el Pentágono a Boeing, para penetrar y romper búnkeres bajo tierra. La misma ya fue experimentada en la base 'White Sands Missile Range', ubicada en el desierto de Nuevo México. El reporte dice que esta arma tiene diez veces más poder destructivo de la BLU-109 del mismo tipo utilizada en los bombardeos a Irak.

Esa hipótesis dice que las súper bombas serían arrojadas desde bombardeos B-52 estacionados en la base de Diego García en el Indico, para arrasar instalaciones militares, plantas de energía nuclear y bases misilísticas iraníes, entre otros veinte blancos.

La otra voz de alerta la dio Hugo Chávez en su programas 'Aló presidente', donde se hizo eco de que el comienzo de los bombazos estadounidenses sería en Semana Santa. El libreto fue bautizado por los agresores como 'Mordedura'.

En una de esas se trata de un reforzamiento de la ofensiva política de la administración Bush contra el gobierno de Mahmud Ahmadinejad. Pueden querer desgastarlo con múltiples versiones de que el golpe militar vendría de tal o cual lado, en tal o cual fecha. Pero que se están acelerando los plazos para atacar a ese país, eso está a la vista.

Un primer elemento son las votaciones que los representantes de EEUU, el Reino Unido, Francia y Alemania han propiciado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Esas maniobras fueron precedidas por resoluciones similares adoptadas en la Agencia Internacional de Energía Atómica. El 23 de diciembre de 2006 las Naciones Unidas adoptaron una resolución contra Irán, pretextando que su plan de investigación atómico ocultaría la intención de fabricar armas nucleares. Y este 24 de marzo, el mismo Consejo profundizó las sanciones, aunque por ahora limitándolas al plano comercial, financiero y diplomático.

La otra prueba de la cercanía de una agresión es la concentración naval y aérea en el Golfo Pérsico. Un segundo portaaviones, 'John C. Stennis', se ha sumado al que estaba allí, el 'Dwight Eisenhower'; ambos cuentan con grupos de buques de apoyo y centenares de aviones y helicópteros. Ese contingente, con más de diez mil efectivos, ha comenzado las mayores maniobras navales estadounidenses en el Golfo, conducidas por el comandante Kevin Aandahl, de la V Flota con asiento en Bahrein. Más claro, imposible.

Varios contratiempos

En la elaboración de sus planes, Washington y Londres tienen que lidiar contra varios inconvenientes. Algunos son puestos por su propia estupidez, como la torpeza británica de meterse en aguas jurisdiccionales iraníes en el canal de Shatt al Arab que divide la soberanía entre Irán e Irak. Esa línea fue motivo del estallido de la guerra entre ambos en los '80.

El 23 de marzo último quince marinos ingleses incursionaron del lado iraní y fueron capturados. Por supuesto el Foreing Office aseguró que estaban en la zona correcta y acusó a la administración Ahmadinejad de una acción ilegal. Pero la televisión de Irán mostró a tres de los prisioneros declarando que habían entrado sin permiso en aguas de ese país y pidiendo disculpas por esa violación de la soberanía.

El primer ministro Blair y su canciller Margaret Beckett, en vez de disculparse, tildaron esa presentación en TV de 'inaudita manipulación', en contradicción con la actitud del encargado de negocios británico en Teherán. Este había admitido que sus embarcaciones estaban en aguas del otro país y que tal actitud no se repetiría.

Dicho sea de paso. Los marinos presentaban un buen aspecto, lucían descansados y bien alimentados; nada que ver con el trato que los estadounidenses dan a sus presos en Abu Ghraib o Guantánamo. La única mujer del grupo incursor, Faye Turney, luego de admitir que habían traspasado la línea demarcatoria, declaró: 'los iraníes fueron muy amigables, muy hospitalarios, muy claros, buena gente, nos explicaron por qué fuimos detenidos, no hubo agresión ni daño, han sido muy compasivos'.

El incidente aún no fue resuelto pues Londres se obstina en no pedir disculpas y los iraníes no están dispuestos a dejar que zafen sin pagar un costo político. El hecho entorpeció los planes agresivos estadounidenses pues no suena muy convincente atacar a Irán ahora: sería visto como utilización de la fuerza en apoyo a marinos británicos que admitieron su culpabilidad. Como excusa cotizaría por debajo de los famosos arsenales de armas prohibidas que dijeron tenía Saddam Hussein en 2003.

Blair pidió un pronunciamiento del Consejo de Seguridad para exigir a Ahmadinejad la libertad inmediata de los quince marinos, pero aún no lo consiguió. La postura iraní es muy sensata: 'Londres debe disculparse, aunque diga que sus soldados entraron por error en nuestras aguas, y mandar una misión técnica para convenir formas de impedir futuros incidentes'.

En vez de hacer algo parecido, el Foreing Office llevó el tema al Consejo de Seguridad y pidió condenar a la otra parte como 'secuestradora', con lo que se desprestigia un poco más y demora la liberación de sus marinos. Y, sin proponérselo, pone otra piedra más en el camino para el inicio de las hostilidades contra Irán.

Dos posibilidades

Alguien puede perfectamente opinar lo contrario y decir que con las detenciones de esos marineros ahora hay más posibilidades de lanzamiento de los misiles estadounidenses contra territorio islámico.

Y por supuesto que esa hipótesis tiene su razón de ser. Con George Bush y Richard Cheney en la Casa Blanca, Condoleezza Rice en el Departamento de Estado y altos mandos deseosos de sacudirle a algún país odiado y desquitarse del sangriento papelón en Irak y Afganistán, aquella locura no puede descartarse.

Pero en principio -aunque quedó dicho que la campaña agresiva está en marcha- no parece que haya llegado ya el momento de su escalada bélica propiamente dicha.

No es que a Bush le falten ganas. Puede pensar que con otra batalla de ese tipo podría recuperar parte del oxígeno político perdido en los últimos años por la desastrosa guerra en Irak. Esta es una posibilidad, la menos cierta.

Un análisis objetivo arrojaría relativamente menos probabilidades de desatar ahora una tercera guerra, simultánea con las libradas contra Kabul y Bagdad. Para colmo, contra una nación muy fuerte económica, política y militarmente como es la que tiene capital en Teherán.

Es verdad que la canciller israelí Tizpi Livni y el primer ministro Ehud Olmert siguen haciendo lobby sobre Washington, urgiendo a usar la fuerza contra Irán. Ese lobby sionista-estadounidense tiene mucha fuerza política y financiera en EEUU, incluso en Argentina y dentro del gobierno de Néstor Kirchner, que se alineó con Israel y EEUU tomando como válida la nunca probada acusación contra Irán por el atentado a la AMIA.

Pero no todo el gobierno norteamericano ni la totalidad de su oficialidad van a estar de acuerdo en atacar en este momento, cuando tienen esos otros dos frentes abiertos e Irán puede defenderse de buena forma y contraatacar sobre posiciones estadounidenses en la región e Israel.

Por otro lado, la resolución del Consejo de Seguridad del 24 de marzo último dio tres meses de plazo a las autoridades islámicas para contestar sobre la exigencia de abandono de sus planes de investigación nuclear y su verificación por técnicos de la AIEA. Si dentro de ese lapso la dupla Bush-Blair quiere adoptar soluciones de fuerza, es posible que naciones árabes, del Tercer Mundo, Rusia y China le voten en contra. Estos últimos tienen derecho a veto en aquel ámbito, como miembros permanentes, lo que obligaría a los agresores a guerrear en su exclusivo nombre, sin el taparrabos de las Naciones Unidas.

Bush tiene hoy apenas 29 por ciento de imagen positiva en su propio país. En mayo de 2006, el londinense The Times, decía que la aceptación de Blair había caído al 31 por ciento, el índice más bajo desde que los laboristas volvieron al 10 de Downing Street. ¿Con esos líderes deshilachados piensan ganar una guerra?