Andalusíes, mudéjares y moriscos: harina del mismo costal
Viernes 06 de Enero de 2012 10:57 | Soledad Carrasquilla Caballero | | |
“No hay apremio en la religión…..Si tu Señor hubiese querido, hubiesen creído todos los que están en la tierra ¿Puedes tú forzar a los hombres a que sean creyentes?” Corán (2,256) (10,99).
Claudio Sánchez de Albornoz dice: “Al-Andalus fue obra de los pueblos que lo habitaron, y los pobladores de la Bética que en el siglo VII deciden romper con Roma no son más que tartesos, iberos, celtas, fenicios, numidias, bizantinos,…. diferentes de los europeos ni racional ni culturalmente más que los europeos mas o menos cristianizados”.
Al-Andalus irrumpe en la historia como la civilización autóctona después de la fabulosa Tharsis. Desde esta visión, aceptada hoy por cualquier historiador imparcial, los habitantes de este reino renacentista en pleno Medievo eran los andalusíes antepasados de esta tierra milenaria con la que sin duda nos identificamos todos.
La figura histórica de los moriscos nace con la conquista de Granada. Hasta entonces los andalusíes cristianescos en las tierras conquistadas por Castilla se llamaban mudéjares, que por cierto nos dejaron el único arte realmente autóctono español, el mudéjar implícito y explícito en la arquitectura: Iglesias, palacios, catedrales, monasterios….. Muchos de estos monumentos Patrimonio de la Humanidad como el claustro de la iglesia de San Pedro en Teruel,
El claustro de los Milagros del monasterio de Guadalupe y el palacio de la Alfarjería de Zaragoza , sede del parlamento aragonés |
Y un sinfín de construcciones repartidas por toda la geografía del Imperio Español, desde donde la voz de José Hernández dice por boca de El Gaucho Martin Fierro (El libro Nacional Argentino 1872): ”El gaucho es heredero de la tradición andaluza que procede de la Edad Media, en cuyas venas había una mezcla de moro trasplantado a las llanuras inmensas de la cuenca del Plata. Poético como el andaluz, se le llamaba el árabe de la pampa”.
Hasta los signos cristianos actuales, por ejemplo en la Cruz de los Ángeles que borda la bandera de Asturias. (Trabajo realizado de noche por orfebres cordobeses)
Por no poder públicamente decir el rey Alfonso II que había contratado para tal oficio, plateros andaluces que eran los únicos que podían hacer ese tipo de artesanía. Se les atribuyó a los ángeles, fábula muy aceptada en un tiempo en que las vírgenes y los santos ganaban batallas y Santiago se dedicaba a caballear el solar hispano con su deslumbrante caballo blanco, seguramente manchado de sangre. Vestidos de infantes y reyes, mortajas de santos, casullas y paños sagrados repartidos por todas las catedrales y museos de Europa. Con la conquista de Córdoba, Fernando III de Castilla en 1236, decide que todos sus moradores sigan con vida y se lleven todo lo que puedan transportar, algunos se fueron, otros se quedaron y otros volvieron.
En 1239 /1240 el monarca castellano amplia el espacio conquistado con Rute, Benameji, Hornachuelos, Aguilar, Santaella, Montoro , Baena y Luque .
El fuero de Fernando III concedido a Córdoba en 1241 se regulan los posibles litigios que puedan surgir entre mudayyan (gente del islán dominados) y cristianos. Es confirmado igualmente un privilegio de Alfonso X en 1254 otorgándole al Consejo de Córdoba unos ingresos de 500 maravedíes al año de paga de las aljamas para reparar las murallas de la ciudad. Y un diezmo de 19 aljamas que por privilegio al cabildo de la iglesia de Córdoba se le entrega como ingresos procedentes de dicho tributo.
En las iglesias cuya mayoría de sus campanarios están construidos sobre alminares y, a menos que se escarbe bajo su cal, se pueden leer los versos: “ No hay mas Dios que Dios”, en caracteres cúficos, por fortuna en el entendimiento de Dios están todos los idiomas, y esas leyendas siempre le tienen que ser gratas.La mayor parte de los habitantes de estos pueblos, permanecen conservando sus bienes y propiedades. Se pone en marcha una política de tolerancia con administración de justicia propia y credo musulmán. A partir de este momento quedan constituidas las diferentes comunidades mudéjares, gobernadas por alcaldes o alcayat en las morerías o aljamas.
Al mismo tiempo que la conquista aparecen aljamas en Almodóvar, Santaella, Moratalla, Hornachuelos, Rute, Bella, Montoro, Zuheros, Zueret y Luque. En 1260 se documentan en Palma del Rio y Cabra; en 1241 encontramos alusiones a la aljama de Córdoba en el fuero que otorgaron a la ciudad; en el siglo XIII en Lucena.
En 1254 Alfonso X a pesar de endurecer su política de manera paulatina, la situación demográfica de Castila y de León no podían con una intensa repoblación en Andalucía.
En 1262 los andalusíes sometidos se sublevan, la presión llevada a cabo por Alfonso X contribuyó a que una masa de mudéjares se encauzaran hacia Granada y el norte de África.
Después de las pragmáticas de los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros obliga a los moriscos-andalusíes a convertirse contraviniendo las Capitulaciones de Santa Fe en todo su contenido. Se les prohíben los cultos, vestimenta, ceremonias, tipos de comida, bailes, fiestas, , todo lo que denote su cultura e idiosincrasia; incluso son ajusticiados por comer verdura, parece como si las berenjenas tuvieran memoria de ello.
La Pragmática Sanción de Felipe II de 1567 fue un edicto real donde a los moriscos se les obligaba a dejar su tipo de vida, sus costumbres para convertirse en católicos, se les obligaba a aprender castellano en tres años, a partir de los cuales se consideraría crimen leer o escribir en su lengua materna. Tendrían que abandonar costumbres, nombres y ceremonias, etc. Se les prohibía bañarse. Las morerías terminan con el bautizo obligatorio.
El 4 de Abril de 1609 por un decreto calcado al de la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos, donde se les expulsaba por religión y no por raza, Felipe III, aquel austria de quien su mismo padre dijo. “Dios que me ha dado tantos reinos me ha negado un hijo capaz de regirlos, temo que me los gobierne”, firmó un terrible decreto, por el que miles de personas fueron masacradas, expulsadas de sus casas, de sus tierras y de su país, cometiendo un genocidio que debe ruborizar a la historia, contra sus propios súbditos y por descontado más hispanos que el propio rey, en el tiempo, en vecindad y raza ,si es que se puede determinar la de los habitantes de la península ibérica, aunque sin esa endogamia antinatural y feroz que llevó a los austrias españoles al exterminio de su propia casta. Los moriscos fueron expulsados definitivamente por Felipe III en 1609.
Después de un éxodo infrahumano, muchos a través de campos nevados donde morían por frío e inanición, pasaron a Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania y Malí, donde todavía hoy a sus descendientes se les reconoce como gente de Al-Andalus. La estirpe de los moriscos conserva un tesoro de incalculable valor con sus tradiciones, cultura y gastronomía, a quienes al contrario que a nosotros no se les ha podido extirpar la conciencia histórica, que nos mutilaron como pueblo... Son reliquia viva de cómo éramos los andaluces de siglos anteriores, y el certificado de su origen andaluz lo ostentan en el lenguaje, en su diferenciación con las gentes de los países donde habitan, sus comidas, sus expresiones y su nostalgia por el paraíso perdido. Yo he tenido una llave de una casa andaluza de aquella época en mis manos, y he visto la emoción en los ojos de su dueño por la patria perdida, el paraíso de las Hespérides que dejaron hace tanto tiempo al otro lado del estrecho.
Los Andalusíes, los Mudéjares, los Moriscos se pueden borrar de la historia, porque la historia la escriben los vencedores, pero no se pueden borrar de la memoria, porque esta está en la mente, en el corazón, en los genes de los pueblos.
Algunos se quedaron escondidos, otros lograron volver. Tal vez, por muy castellanizados que nos quieran hacer creer, somos del mismo linaje de este pueblo desterrado y, espoliado, contra el que se cometió un genocidio del que está horrorizada la historia, hasta tal punto que se quiere tapar con una loza de olvido sin recordar que la memoria es global, como el mundo en que nos ha tocado vivir.
Mientras que a los judíos sefardíes asentados en Oriente Medio y Europa mantienen un trato de favor por parte de todos los gobiernos de España desde el siglo XVII, pido que a los moriscos-andalusíes al menos se les dé el mismo trato y reconocimiento, aunque sean los parientes pobres, como hijos de la misma patria.
Hoy se sigue pidiendo como reconocimiento y deferencia para nuestros parientes del otro lado del estrecho, descendientes de nuestros mismos ancestros, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia igual que hace veinte años se le concedió a los sefardíes. Aunque sea después del agravio comparativo cerremos de alguna manera la deuda que tenemos con ellos y sellemos para siempre con una loza de perdón, el mismo perdón que se le pidió a los sefardíes, anulando la pragmática de Felipe II.
Se les debería otorgar la doble nacionalidad, por las mismas leyes que se les concede a portugueses, andorranos, hispanoamericanos, filipinos, guineanos y sefardíes y en las mismas condiciones.
(Fuente: http://cosasdeandalucia.com/)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario