¿Concesiones a perpetuidad?
Por: Fernando 'Pino' Solanas (COPENOA)
Fecha publicación: 12/10/2007
El neoliberalismo logró imponer en América Latina la  idea de que las concesiones de bienes públicos son contratos que, de hecho, se  toman a perpetuidad. En estos días hubo dos hechos significativos relacionados  con ellas: uno en Venezuela, difundido por todo el sistema mediático y otro en  Chubut, cuidadosamente silenciado. Un aluvión de imágenes manipuladas, fuera de  contexto y transmitidas casi en cadena, dicen que el presidente Hugo Chávez  atenta contra la libertad de prensa al no renovar la licencia de la televisora  RCTV que luego de 20 años, concluyó el 27 de mayo. Lo que callan es que renovó  la concesión de todos los demás canales privados y que el 80% de los medios son  opositores a su gobierno.
La desinformación generada obliga a reiterar lo  obvio: no prorrogar una licencia no es autoritarismo ni delito, es el legítimo  derecho de cualquier Estado soberano. En el 'Encuentro por el Derecho a la  Información ', realizado en Caracas el 19 y 20 de mayo, escritores y periodistas  franceses, españoles y belgas afirmaron que en Europa la no renovación de una  concesión es un hecho administrativo que nadie cuestiona; y coincidieron en que  ningún país de occidente goza hoy de más libertad de prensa que la Venezuela de  Chávez: ¿quién puede negar su paciencia al haber permitido que la sediciosa RCTV  continuara cinco años más, después de incitar al golpe de Estado, el magnicidio  y la huelga petrolera que paralizó PDVSA?.
En contraste con esa  desbordante campaña mediática, en nuestro país se produjo un hecho escandaloso  silenciado por los medios nacionales e internacionales: la prórroga hasta el  2047 de una concesión que vence en el 2017, del yacimiento petrolero más  importante de la Argentina que tiene el 25% de las reservas de crudo del país.  Se trata de 'Cerro Dragón', situado al sur de Chubut y norte de Santa Cruz, a 90  Km. de Comodoro Rivadavia, que es explotado por Pan American Energy,  perteneciente a la British Petroleum y Bridas, de Carlos Bulgheroni. La  renegociación fue aprobada el 24 de mayo por la legislatura de Chubut con el  voto de los justicialistas, casi todos los radicales y el visto bueno de la  provincia de Santa Cruz y el Gobierno Nacional. Es la continuidad de la política  menemista de provincialización de los recursos petroleros, que fue legitimada  meses atrás en el Congreso con la modificación de la Ley de Hidrocarburos (Nº  17.319), llamada 'ley corta'. La prórroga de Cerro Dragón, diez años antes de su  vencimiento, significa ceder su explotación por cuatro décadas, es decir, hasta  la total extinción del yacimiento. Una medida similar a la prórroga anticipada  del mayor yacimiento de gas del país, Loma la Lata, que otorgó De la Rúa a  Repsol en marzo del 2000.
Según un estudio del ing. Víctor Bravo -del  Instituto de Economía Energética - publicado por el InfoMoreno (Nº 197-24/5/07),  la British y Bridas invertirán en Cerro Dragón U$S 3.362 millones para extraer  las reservas comprobadas que representan -a valores del primer trimestre del  2006- U$S 28.653 millones y por las que pagarán las regalías más bajas del  continente. Los ingleses no nos ganaron solo en Malvinas: nos siguen venciendo  con socios cipayos. ¿Cuánto habrán pagado por renovar la fabulosa concesión? La  gravedad del caso es que aparece como la confirmación del proceso de  re-privatización del petróleo argentino hasta su extinción definitiva. El caso  Cerro Dragón se suma a los permisos de exploración de la plataforma continental  cedidos el año pasado por Enarsa sin licitación y libre de todo impuesto; la  aprobación de la 'ley corta' y la cesión a las provincias del dominio total del  recurso; las desgravaciones e incentivos fiscales a las petroleras; los  trascendidos de compra del 20 al 40% de las acciones de YPF por bancos y  capitales privados, pudiendo realizarse con las reservas del Banco Central y  fondos públicos, niegan el discurso antiliberal de Néstor Kirchner. Con el 70%  de los argentinos apoyando la nacionalización del petróleo y después de la  exitosa nacionalización ejecutada por Evo Morales, la dirigencia actual otorga  concesiones a perpetuidad de millonarias reservas que deberían ser explotadas  por las provincias y la Nación en beneficio del país.
Al igual que los  recursos naturales, las frecuencias de radio y televisión no son propiedad de  ningún concesionario, sino patrimonio indelegable e imprescriptible de los  pueblos. Son otorgadas para cumplir con la finalidad social de un servicio  público que asegure los derechos a la comunicación y a la información objetiva y  plural de los ciudadanos, como lo establecen los Pactos Internacionales de  Derechos Humanos y Sociales incorporados a la Constitución. La persistencia de  la campaña internacional lanzada contra los legítimos y soberanos derechos del  gobierno de Hugo Chávez de no renovar la concesión de RCTV, no tiene otro  objetivo que aislar a la Revolución Bolivariana para atentar contra  ella.
En Argentina, la ausencia de una ley de marco regulatorio debatida  por la sociedad, es una de las causas de la degradación del sistema televisivo.  ¿No es una vergüenza que siga rigiendo la ley de radiodifusión de la dictadura  genocida y que el ex funcionario menemista Julio Bárbaro dirija hoy el CONFER?  ¿Puede alguien sostener que los canales controlados por Hadad-Menem;  Monetta-Manzano o Telefónica, son el paradigma de la libertad de prensa, la  información transparente y veraz? ¿No fue el conjunto de los medios  co-responsables del modelo neoliberal que remató los recursos naturales y las  empresas públicas y nos llevó a una catástrofe social? ¿Cómo puede aceptarse que  el Presidente Kirchner haya agraviado a la ciudadanía prorrogando por 10 años  las licencias de televisión sin promover el reemplazo de la ley de la  dictadura?
Nuestra alicaída democracia está en relación directa con el  sistema mediático imperante, que ayuda a formar la opinión pública y el  imaginario colectivo; propaga modelos de consumo, realza o censura  acontecimientos. En la mediocracia que vivimos, las empresas mediáticas no  buscan satisfacer los derechos constitucionales ni la cultura, sino lograr  rentabilidad y mantener el statu-quo : ejercen una disimulada censura social y  política y lo que denuncia el despojo de nuestras riquezas. La cultura, la  historia y la realidad social, están ausentes. Desaparece la creatividad y el  vacío es ocupado con producciones tan degradantes como imbéciles. ¿Hasta cuándo  la intelectualidad argentina - comunicadores, pensadores, escritores y  artistas-guardará silencio frente a temas tan cruciales como la democratización  de los medios audiovisuales y la defensa de nuestros recursos naturales? En este  año electoral ¿no es hora de exigirle a los candidatos, el tratamiento de una  nueva ley de teledifusión y la anulación de las ilegítimas concesiones  petroleras?
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