miércoles, 21 de febrero de 2007

Malcom X Martir del Islam





MALCOM X



MARTIR DEL ISLAM












(Material extraído de la revista "El Mensaje del Islam" Año III, Nº 9, Abril 1993, Shaual 1413, Buenos Aires, Argentina)















E



xiste hoy en día, en el mundo, una generación de blancos digna del respeto del hombre negro. Este magnífico acontecimiento supera con creces los sucios anales de la historia de dos de los países más racistas: Sudáfrica y los Estados Unidos. Desde los comienzos del contacto entre blancos y negros ha habido y hay puntos indestructibles que conducen a la lucha contra la opresión, la injusticia, la explotación y la miseria. El respeto es el que siempre ha hermanado al hombre al margen del color de su piel o de su sexo. Si un hombre como Malcom X pudo variar su visión racista, al tener que compartir su estadía en La Meca, con hombres religiosos, humildes y revolucionarios, no queda duda de que hay transformaciones en el ser humano cuando se siente hermanado en la lucha contra el opresor. A Malcom X lo mataron por ser ésta la única manera en que podía pararse a un hombre como él, al igual que el imperialismo paró a Lumumba con el mismo método por el cual los explotadores, los tiranos y los opresores parásitos han aplastado siempre los legítimos anhelos de libertad, justicia e independencia de los oprimidos. En la medida en que Malcom X sea recordado por negros, blancos y luchadores sociales, su nombre vivirá y la lucha contra la opresión y por la igualdad de oportunidades para todos hará posible el triunfo final. Es para mí motivo de orgullo y agradecimiento para los hermanos de la revista EL MENSAJE DEL ISLAM poder prologar este trabajo sobre ese gran luchador que es el querido hermano Malcom X.







Enrique Nadal



Secretario General- Comité Argentino



Latinoamericano contra el Apartheid





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Malcom X nació el 19 de mayo de 1925 en la ciudad de Omaha, a orillas del río Missouri en el estado de Nebraska, en pleno medio oeste norteamericano. Cuando Malcom tenía cuatro años su casa fue incendiada por reaccionarios blancos. La familia se mudó a Lansing, capital del estado de Michigan. Su padre, el pastor Earl Little, seguidor de Marcus Garvey (1887-1940)- teórico jamaiquino que predicaba el retorno a Africa, apodado por eso el "moisés negro"-, fue encontrado un día con el cráneo deshecho por un culatazo de los encapuchados blancos del Ku Klux Klan (KKK)[1] Su madre, Louise Little, era hija de un blanco y una negra, y había nacido en la isla caribeña de Granada (la misma que fue ocupada desde la madrugada del 25 de octubre de 1983 por marines y boinas verdes estadounidenses). La pobre viuda no pudo resistir la presión de la pérdida de su esposo y la de criar sola a ocho niños y fue internada en un centro para enfermos mentales. La propia Louise era resultado de una experiencia traumática: su madre había sido violada por un blanco y ella era el fruto de ese ultraje. Como si todo esto fuera poco, un tribunal decidió privarla de la indemnización por seguro de vida al decretar cínicamente que el pastor Little se había suicidado.





LA CONVERSIÓN AL ISLAM DEL JOVEN LITTLE





Un matrimonio blanco adoptó por un tiempo a Malcom Little, pero a él no le gustaba que le trataran "como a un muñeco". Mas tarde un profesor de literatura blanco, el señor Ostrowski, le quitó la idea de ser abogado. "Los negros rinden más trabajando con las manos que con la cabeza", le dijo. Muchos años después, Malcom reflexionaría sobre este episodio de su juventud en su autobiografía:



He pensado muchas veces que si el señor Ostrowski me hubiese animado a ser abogado, hoy pertenecería a esa burguesía negra que ejerce profesiones liberales, frecuenta cócteles y se considera portavoz y conductora de las sufridas masas negras, cuando en realidad su preocupación principal es la de "integrarse" con los blancos falsos y mendigar las migas que éstos les ofrecen a disgusto. Doy gracias a Allah por haberme enviado a Boston en aquel momento. De lo contrario, hoy sería uno de esos negros cristianos que tienen el cerebro lavado (Malcom X, Autobiografía, con la colaboración de Alex Haley, Ediciones B, Barcelona, 1992, pag. 53).



Fue entonces que Malcom se empleó de lavaplatos (dishwasher) en los trenes. Conoció otras ciudades. Se sumergió en el submundo de Harlem, el barrio negro de Nueva York. La miseria y la marginación lo empujaron al delito y a la promiscuidad. Hizo dinero fácil vendiendo droga, enredándose con el vicio, los asaltos a la propiedad ajena, el jazz y la vida nocturna. En 1946, pillado con las manos en la masa, en Boston, adonde su media hermana Ella Mae le había llevado tras el desastre familiar, el ladrón Malcom Little, el gigante de pelo rojizo, alias Detroit Red ( Rojo de Detroit), acabó en la cárcel por tráfico de marihuana y prostitución de mujeres. Pasó por tres prisiones y en la tercera, la Estatal de Norfolk en Massachussets, se produjo una gran transfiguración. Sus hermanos Philbert y Reginald, le acercaron material y recomendaciones - entre ellas, la de no comer cerdo- sobre un nuevo grupo político-religioso inspirado en el Islam, los Musulmanes Negros (Black Muslims). Malcom comenzó por negarse a comer los platos con carne de cerdo. Al evocar aquellos momentos, escribe:



Yo me sentía extrañamente orgulloso. Siempre se dice que los negros, presos o no, no pueden pasar sin cerdo. Los presos blancos estaban sorprendidos, lo que me causaba gran satisfacción. Más tarde, comprendí que había hecho, sin saberlo, un acto previo de sumisión al islamismo. Había obedecido a la prescripción musulmana que dice: "Da un paso hacia Allah, y Allah dará dos pasos hacia ti"(Op. Cit., pag. 172).



Malcom entonces se dedicó a escribir cartas a Elijah Muhammad (1897-1975), el líder del grupo que oficialmente se denominaba La Nación del Islam, y se esmeró en progresar y pulir su educación: durante el día estudiaba el diccionario palabra por palabra, para agilizar sus lecturas del Corán y para que su próxima defensa no descansara exclusivamente en la retórica de sus abogados. Cuando salió de la prisión en 1952 (tenía una sentencia de diez años que fue reducida a siete por buena conducta) ya era miembro del grupo. En la prisión abandonó su apellido. Como otros negros militantes, consideraba que el apellido que había recibido al nacer perpetuaba el nombre arbitrario impuesto por los amos de los esclavos traídos de África. Siete años después salía de la cárcel convertido en un asceta: ya era un musulmán negro. "El cristianismo[2] me llevó a la prisión- solía decir- y el islamismo me sacó de ella."





LOS MUSULMANES NEGROS





El grupo de los musulmanes negros representó todo un cambio en las luchas de los negros norteamericanos por los derechos civiles. A medias religioso y combativo, constituyó una de las tendencias más radicales del movimiento negro. Su génesis comienza en un personaje casi mítico, a quien pocos llegaron a conocer personalmente. Wallace D. Fard, un mestizo de sangre negra y árabe, apareció en 1930 vendiendo telas en los barrios negros de Chicago. El hombre era un predicador, filántropo y utopista, que se decía enviado por Allah y propugnaba el viaje de todos los negros norteamericanos a Medio Oriente. En medio de la recesión, Fard consiguió convencer a no pocos negros pobres de la ciudad en tan solo un año: en ese año fundó el grupo La Nación del Islam y en 1934 ya no se supo más de él. Su puesto, al frente del grupo que ya se llamaba Musulmanes Negros, lo ocupó Elijah Muhammad. En la década siguiente, el grupo creció alimentado por el odio que instigaban los actos del Ku Klux Klan. Aunque las mujeres llevaran la cabeza cubierta y los adeptos cumplieran la mayor parte de las prescripciones musulmanas, la nueva religión que predicaba Elijah Muhammad no era de ninguna manera la religión del Islam revelada por el Santo Profeta y Mensajero de Dios, Muhammad Ibn Abdallah (la Bendición y la Paz sean con él y su descendencia purificada), sino una suerte de mitología inventada solamente para los negros norteamericanos en su confrontación con la opresión y el racismo de los blancos.



Al salir de la prisión, Malcom, que una vez convertido adoptó la X, viajó directamente a Chicago a ver a Elijah, su líder. Este lo destacó en distintos puntos del país, hasta que lo nombró ministro del templo número siete de Nueva York, ciudad de importancia cardinal. Allí Malcom, como portavoz de La Nación del Islam, organizó colectas de fondos e hizo posible el periódico Muhammad Habla. En Harlem, donde en otros tiempos vendía marihuana y cocaína, ofrecía a las masas ideas revolucionarias, altas dosis de orgullo y autoestima y capacidad de acción. Nada de conformismos y de poner la otra mejilla[3]. Malcom rechazaba la pasividad. "Si le hablas al blanco un lenguaje no violento no te entenderá. Si se dirigen a ti en un lenguaje de violencia, tú tendrás que responder en el mismo tono. Esto es comunicación." Sincero y directo, Malcom X predicaba la autoafirmación. "La autodefensa no es violencia, es inteligencia", no se cansaba de repetir. Malcom, a diferencia de la verborragia de Elijah Muhammad , articulaba el justo resentimiento negro e inspiraba a sus seguidores orgullo por el color de su piel. Algunos sociólogos han señalado que uno de los aspectos más interesantes de la prédica de Malcom era su exhortación a los negros pobres e iletrados a que dejaran de reforzar su inferioridad mediante las drogas, el alcohol y el crimen. "Ese fue el genio de Malcom", dice Charles Silberman , autor de The crisis in Balck and White (La crisis en Blanco y Negro), un libro muy admirado por el propio Malcom. "El vió que el primer paso era articular la rabia negra y el segundo, instrumentarla para movilizar a los negros a asumir el control de sus vidas".



En 1964, el púgil Cassius Marcellus Clay Junior, amigo personal de Malcom desde 1962, se afiliaba a los Musulmanes Negros y se convertía al Islam cambiando su nombre por el de Muhammad Alí[4]. Por esa época, de hecho, la opinión negra norteamericana estaba polarizada entre el discurso pacifista y conciliador de Martín Luther King[5] y el discurso de la lucha armada y revolucionaria, que tenía a Malcom X a uno de sus voceros más esclarecidos y articulados. En la década del cincuenta, Malcom solía fustigar a King y acusarlo de ser un Tío Tom (alusivo a la novela "La cabaña del Tío Tom",escrita por la norteamericana Harriet Beecher-Stowe en 1852), como despectivamente se llama a los negros sumisos y negociadores. Así, oportunamente, criticó abiertamente que King hubiera ganado el Premio Nobel de la Paz: "Si me ofrecieran el Premio Nobel me suicidaría, sabría que algo marchaba mal", dijo Malcom X.





LA PEREGRINACIÓN A LA MECA





La habilidad para la respuesta tipo dardo que poseía Malcom X para enfrentar las interpelaciones capciosas de los periodistas fue aprovechada por éstos para armar un escándalo con el fin de desprestigiarlo ante la opinión pública. Fue a raíz del asesinato de John Fitzgerald Kennedy en noviembre de 1963. Leamos como Malcom narra el incidente ocurrido el 25 de noviembre (tres días después del magnicidio) en el Manhattan Center de la ciudad de Nueva York, lugar donde acababa de brindar una conferencia:



¡Cuantas veces he releído esas notas, preparadas ocho días antes del asesinato! Llevaban por título "El juicio de Dios al blanco de Estados Unidos". El discurso giraba en torno al dicho "quien siembra vientos, recoge tempestades", sobre el cual había disertado en otras ocasiones. Es decir, hablaba de que el hipócrita hombre blanco recogía lo que él mismo había sembrado. Concluida la intervención, comenzó el turno de preguntas de la prensa, y como era inevitable la primera de ellas fue: "¿Qué piensa usted acerca del asesinato del presidente Kennedy?". Sin pensarlo dos veces, manifesté lo que sentía. "Las gallinas regresan a descansar en su percha"- En inglés: The chikens coming home to roost, lo cual, como después explica Malcom X, hace alusión a que los perjuicios que uno ocasiona recaen al final sobre la misma persona que los origina (Nota de los Traductores de la Autobiografía)- respondí...



Los titulares y las emisoras radiofónicas la difundieron rápidamente. "Las gallinas regresan a descansar en su percha", afirma Malcom X, jefe de los musulmanes negros. Me resulta fastidioso hablar de esta cuestión ahora, pero en aquel momento, en todo Estados Unidos y en el resto del mundo, figuras de talla internacional decían lo mismo que yo había dicho, de diversas formas y con mucha más rotundidad. Todos estaban de acuerdo en que el clima de odio que reinaba en el país era el culpable del asesinato del presidente. Pero si esas mismas palabras las pronunciaba Malcom X, resultaba ominoso (op. cit., pag. 312)



La insidia orquestada desde los medios tuvo sus frutos. La creencia general fue que Malcom X se alegraba de la muerte del presidente. Sin embargo, la sorpresa mayor sería la reacción de Elijah Muhammad ante el suceso que fue inesperada para Malcom: le descalificó como portavoz. Elijah era de esos que el refrán popular describe con precisión: "Mucho ruido y pocas nueces". A la hora de la verdad el controvertido líder no solo retrocedía ante el sistema, sino que hacía todo lo posible por no quedar pegado a la figura de su intransigente discípulo. Pero Malcom X siguió el Sendero Recto del Islam, con un espíritu imperturbable y redobladas energías. Fue así como continuó asesorando a Muhammad Alí (ex Cassius Clay) en el estudio del Sagrado Corán y los principios musulmanes. "La religión le da la autoconfianza y la fuerza necesaria para ser campeón", dijo de su hermano en la fe. Por su parte, Malcom sacó fuerza de su ruptura con el maestro para fundar su propia organización, su propia mezquita. Sus reflexiones le llevaron a abordar el problema negro, el problema del racismo, en un contexto internacional. Comenzó a hablar de denunciar en la Naciones Unidas el caso de Estados Unidos como nación opresora y neocolonialista. Al mismo tiempo crecieron sus sospechas de que estaba siendo vigilado y de que su vida corría peligro. El riesgo, convertido ya en amenazas de muerte y en un ataque a su casa, se hizo mayor a su vuelta de La Meca. A mediado de abril de 1964, Malcom X realizó el Hayy: la santa peregrinación a la ciudad de La Meca que el Islam impone a los creyentes, al menos una vez en la vida. A su paso por Egipto, tuvo la siguiente experiencia:



Todo el mundo me acogía fraternalmente y se extrañaba de ver a un musulmán...¡norteamericano! Conocí a un científico egipcio que iba con su esposa a La Meca. Me invitaron a cenar a un restaurante de Heliópolis, en los alrededores de El Cairo. Era una pareja muy bien informada y muy inteligente. El científico me explicó que uno de los motivos por el que las potencias occidentales se mostraban hostiles a Egipto consistía en que el país se industrializaba rápidamente y señalaba el camino a los demás países africanos. "¿Por qué hay gente en el mundo que se muere de hambre - me preguntó su mujer- , cuando en Estados Unidos sobran alimentos? ¿Qué hacen con ellos? ¿Los tiran al océano?". "Sí- le respondí-, pero con los subsidios que da el Estado, se guarda una parte en las bodegas de los barcos, en los graneros y en cámaras frigoríficas y queda allí, bajo vigilancia de un pequeño ejército de guardias, hasta que la producción se echa a perder. Entonces otro ejército de gente se encarga de deshacerse de esos alimentos de modo que quede sitio para guardar el nuevo lote de producción excedente" Vi la expresión de incredulidad en el rostro de aquella mujer. Debió de pensar que yo bromeaba. El contribuyente norteamericano sabe que digo la verdad. No le dije a la señora que, en Estados Unidos, hay gente que pasa hambre. (op. cit., págs. 332-333)



La peregrinación hizo que Malcom tuviera una percepción más profunda del Islam al tiempo que cambió su nombre por el de "El-Hayy Malik-El Shabazz":



Aquella mañana empecé a revisar la idea que me había formado acerca del "hombre blanco". Vislumbré que la expresión "hombre blanco" (en el sentido que nosotros le dábamos) hacía referencia -sólo en segundo término- al color de la piel; el significado principal tenía que ver con actitudes y hechos. En Estados Unidos, cuando hablábamos del "hombre blanco", aludíamos al modo específico de tratar al negro y a las demás gentes de color. Pero en el mundo musulmán, acababa de ver hombres de piel blanca que me dispensaban un trato fraterno que yo nunca había recibido. (op. cit. pág. 334)



Y una vez finalizada la santa peregrinación:



...una veintena de peregrinos, entre los que me encontraba yo, se reunieron en una tienda montada en el monte Arafat. Por ser el musulmán norteamericano, era quien despertaba el más vivo interés. Me hacían muchas preguntas. Algunos peregrinos hablaban inglés y me servían de intérpretes. ¿Qué me había impresionado más durante la peregrinación? "¡La fraternidad! - respondí sin vacilar- . Estos hombres de todas las razas, de todos los colores, de todos los países del mundo, forman uno solo. Lo que demuestra que hay un solo Dios y que es Todopoderoso." (op. cit., pág. 348)



Luego de completar su hayy, Malcom inició una pequeña gira por distintos países del Tercer Mundo. En primer lugar voló al Líbano donde expuso a los estudiantes de la Universidad Americana de Beirut la verdad de la situación de los negros en Estados Unidos. Al realizar un breve paseo por la otrora "Montecarlo" del Medio Oriente, hizo estos apuntes:



De inmediato captaron mi atención las mujeres libanesas por lo sorprendente de su actitud y de sus atuendos. En Tierra Santa había visto a las mujeres árabes muy modestas y muy femeninas, pero allí me encontraba con el súbito contraste de las mujeres libanesas, medio francesas, medio árabes, que mostraban en sus vestidos y actitudes en público una mayor libertad y audacia. Vi la evidente influencia europea sobre la cultura libanesa. Me demostró que la fortaleza moral de un país, o su debilidad, puede medirse fácilmente por la actitud pública y el atuendo de sus mujeres, en especial de las jóvenes. Allí donde el énfasis sobre las cosas materiales les ha ahogado los valores espirituales, invariablemente las mujeres lo reflejan. Contemplemos a las mujeres tanto jóvenes como mayores de Estados Unidos, donde prácticamente no quedan valores morales. En la mayoría de los países sólo parece existir un extremo o el otro. El verdadero paraíso estaría allí donde el progreso material y los valores espirituales se mantuvieran en su debido equilibrio (op. cit., pág. 359)



Continuó su viaje por varias regiones del África como embajador de la comunidad afroamericana y se entrevistó con diversos líderes. "Les dije que somos parte de la misma familia. Les recordé que millones de americanos venimos de África y estamos siendo víctimas también del colonialismo de Estados Unidos. No es un problema de derechos civiles, sino de derechos humanos", dijo a su vuelta.



Malcom volvió a Nueva York el 21 de mayo de 1964. Al día siguiente conducía su coche por la carretera cuando en un semáforo en rojo otro coche se detuvo junto al suyo:



Lo conducía una mujer blanca, y en el asiento contiguo, de mi lado, había un hombre blanco. "¡Malcom X!" gritó él, y cuando lo miré sacó la mano por la ventanilla sonriendo. "¿Le importaría estrecharle la mano a un hombre blanco?". ¡Figúrense! Justo cuando el semáforo cambiaba a verde le contesté: "No me importa estrechar la mano a un ser humano. ¿Lo es usted?" (op. cit., pág. 374).



Tiempo después, Malcom envió un informe de 8 páginas a 33 naciones africanas para que lo apoyaran en las Naciones Unidad en su denuncia de la falta de derechos humanos en los Estados Unidos. Varios embajadores norteamericanos se quejaron y también hombres de negocios, que temían que la influencia de Malcom perjudicara sus posiciones de África. En el contexto local, cientos de seguidores de Elijah Muhammad se habían pasado al bando de Malcom X y el veterano líder sintió que perdía poder. "Los celos por el liderazgo fueron la verdadera razón de mi expulsión de la Nación del Islam", dijo Malcom X a la prensa.





MARTIRIO Y VIGENCIA





El 14 de febrero de 1965, Malcom y su familia escaparon de un intento de asesinato. Su casa fue incendiada. Era el preludio de lo que sucedería una semana después. Fue en una diáfana y soleada tarde de domingo (21 de febrero), en el Audubon Ballroom, entre Broadway y la avenida St. Nicholas, en el lado sur de la calle 166 oeste, del barrio Harlem de Nueva York. Era un edificio de dos plantas que se alquilaba con frecuencia para bailes, funciones y conferencias de diversas organizaciones políticas y sociales. Malcom tenía 39 años y por primera vez el hombre que electrizaba audiencias durante horas, sin parar ni consultar notas, no pudo hablar más que unos minutos. En el salón Audubon, donde aguardaban los conspiradores, no había control de armas; él no lo quería. "¿Si no puedo sentirme seguro entre mi propia gente, dónde voy a estarlo?" decía. Muchas veces había pedido protección policial; pero no le hicieron caso, según comentó tiempo después su esposa Betty. La policía tampoco estaba en esa ocasión y los asesinos cumplieron su labor.



Una mujer que estaba cerca del escenario relata: "La conmoción que hubo en la parte de atrás me distrajo un instante, luego volví a girarme para mirar a Malcom X, justo a tiempo para ver al menos a tres hombres en la primera fila levantarse, apuntar y disparar simultáneamente. Parecía un pelotón de fusilamiento." Numerosas personas afirmaron más tarde que vieron a dos hombres corriendo hacia el escenario, uno empuñando una pistola y el otro dos revólveres. El periodista de la agencia UPI (United Press International), Stanley Scott, lo vio así: "Sonaron disparos. Hombres, mujeres y niños se apresuraron a protegerse. Se tiraron al suelo y se agacharon bajo las mesas". El periodista de la emisora de radio WMCA, Hugh Simpson, explicó: "Entonces oí un sonido amortiguado, vi a Malcom con las manos aún levantadas, luego cayó hacia atrás sobre las sillas que tenía detrás. Todo el mundo gritaba. Vi a un hombre que había a mi espalda disparando una pistola a través de la chaqueta mientras yo también me tiraba al suelo. Disparaba como si estuviera en una película del Oeste, retrocediendo hacia la puerta y disparando al mismo tiempo." La joven que estaba en la antecámara entre bastidores me contó que "sonaba como si un ejército hubiera asaltado el edificio. De alguna manera lo supe. Ni fui a mirar. Quería recordarlo tal como era". (op. cit., pág. 447)



Malcom X fue alcanzado por dieciséis perdigones de escopeta y balas de revólveres y pistolas de diversos calibres. Uno de los pistoleros fue linchado allí mismo por los musulmanes presentes. Otros varios fugaron. Tres más fueron condenados a cadena perpetua en 1968, un mes después del juicio, en el que el magistrado rechazó la apertura de los archivos policiales, con un centenar de declaraciones de testigos presenciales. Un miembro de los Musulmanes Negros que se ofreció a revelar documentos implicando al Gobierno de Estados Unidos fue hallado muerto por sobredosis de pastillas para dormir...



Numerosos partidarios y admiradores de Malcom X, así como periodistas, escritores e investigadores, acusan a la CIA, al FBI y a la policía metropolitana de Nueva York, de coaligarse para urdir el asesinato del líder musulmán. "La gente cree mayoritariamente que fue muerto por el FBI, es el destino de quienes alzan la voz", sintetiza Johnny Cochran, prominente abogado negro de Los Ángeles. El reciente documental televisivo de la cadena CBS señala en esa dirección. Los archivos "del sujeto llamado Malcom X" eran los más voluminosos del FBI[6]. "A Malcom X lo mataron cuando era menos hablador, pero más sutil y, por lo tanto, más peligroso", dice el profesor Barbour, autor del libro Black Power (Poder Negro). La esposa de Malcom, Betty Shabbazz, nunca hizo comentarios públicos. Una actitud silenciosa que aún mantiene. En el momento del asesinato estaba embarazada de dos hijas gemelas y tenía otras cuatro niñas pequeñas. También conocida como la hermana X, siempre se distinguió por ser una mujer musulmana muy humilde y valiente.



Si durante su vida las cosas no fueron fáciles para Malcom, tampoco lo fue celebrar su funeral. Los templos de Harlem se negaban a realizarlo por temor a represalias o a quedar involucrados.Al final se llevó a cabo en la Unity Funeral Home del Harlem neoyorquino. El sheij Ahmed Hassoun, un religioso sudanés que había sido consejero espiritual de Malcom, fue el encargado de preparar el cuerpo según el rito musulmán. Más de veinte mil personas desfilaron por allí a presentar sus respetos. No faltó su hermano y amigo íntimo Muhammad Alí (ex Cassius Clay). Y también pasó por el recinto Elijah Muhammad, que el día del asesinato se apresuró a decir: "Malcom X murió como él predicó. Sus armas se volvieron contra él. No podíamos tolerar un hombre así. El predicaba la guerra. Nosotros la paz." El dramaturgo Ossie Davis, amigo intimo de Malcom X, hizo en el funeral una despedida que aún arranca lágrimas a cuantos la oyen. Davis parafraseó a Shakespeare en Ricardo II, para despedir a su amigo: "Lo que enterramos ahora ya no es un hombre sino una semilla, que tras el invierno de nuestra rabia volverá a reunirse con nosotros". "Nuestro príncipe, nuestro brillante príncipe negro", concluyó, esta vez citando un parlamento de Hamlet.



Lejos de Harlem, en tierras del Tercer Mundo, la prensa había dado al asesinato una cobertura informativa que había irritado en gran medida al Departamento de Información de Estados Unidos. Por ejemplo, el Ghanaian Time, de Accra, capital de Ghana, llamó a Malcom X "el militante más popular de los líderes antisegregacionistas afroamericanos", y añadía su nombre a la lista de "un montón de africanos y norteamericanos", que iba desde John Brown a Patrice Lumumba, " que fueron mártires por la causa de la libertad". En Pekín, China, el Diario del Pueblo decía que el asesinato había ocurrido "porque Malcom X...luchaba por la emancipación de los veintitrés millones de negros norteamericanos". Irónicamente el Pravda de Moscú, que se autoconfesaba "furiosamente antinorteamericano", hacía una breve reseña y no llevaba ningún comentario editorial. Igualmente, otros países comunistas como Polonia, Checoslovaquia, Hungría o Alemania Oriental, afirmaban que "pocos habían oído hablar de Malcom X o estaban interesados en el problema racial". El Consejo de Organizaciones Africanas, con sede en Londres, emitió un comunicado de prensa describiendo a Malcom como un líder de la lucha contra el imperialismo, la opresión y el racismo norteamericano". Decía: Los carniceros de Patrice Lumumba son los mismos monstruos que han matado a Malcom X a sangre fría."



El sheij Al-Hayy Hisham Yaber pronunció las últimas plegarias musulmanas sobre el féretro. Este fue bajado a la tumba, la cabeza apuntando en dirección a La Meca, según la tradición islámica. "Según el Corán- escribía el New York Times, comentando el suceso-, los cuerpos de los muertos permanecen en sus tumbas hasta el Último Día, el Día del Juicio. En ese día de cataclismo, los cielos se rasgarán y las montañas se reducirán a polvo, las tumbas se abrirán y los hombres serán llamados a rendir cuentas a Allah. Los benditos, los temerosos de Dios, los humildes, los caritativos, los que hayan sufrido y hayan sido perseguidos por la causa de Allah o luchado en guerras religiosas por el Islam, serán llamados al Jardín del Paraíso. Los malditos, los codiciosos, los malhechores, los seguidores de otros dioses que no sean Allah, serán enviados al Fuego Eterno, donde los alimentarán con agua hirviendo y cobre fundido. La muerte de la que huís se apoderará totalmente de vosotros- reza el Corán-. Luego seréis enviados de nuevo al Sabedor de las cosas secretas y descubiertas, y El os enseñará la verdad de vuestros actos."



El escritor y filósofo argentino Juan José Hernández Arregui (1912-1974) refiriéndose a la hipocresía de la democracia norteamericana, cita en uno de sus libros una fórmula del presidente Abraham Lincoln:



La convivencia entre blancos y negros es imposible. Es necesario preparar la emigración. Son razas distintas y una debe ser superior a la otra. Yo blanco, creo que la raza blanca es superior. El hombre negro debe ser libre, pero no lo concibo como votante o magistrado. (J. J. Hernández Arregui, Nacionalismo y Liberación, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1973, pag. 180)



El mismo Lincoln había dicho que "se puede engañar a todos algún tiempo...y algunos todo el tiempo...pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". Malcom X fue uno de los que se encargó de demostrar que los Estados Unidos "no pueden engañar a todos todo el tiempo...". Hoy día, Jesé Jackson, el precandidato demócrata negro a la primera magistratura de los Estados Unidos en un artículo titulado "Motines de Los Ángeles: una advertencia ignorada" reconoce, entre otras muchas cosas, que una bomba de tiempo está por estallar en el corazón de la nación líder del Primer Mundo: San Luis del Este es un 98 por ciento negro. No tiene servicios de obstetricia, no tiene recolección regular de su basura. El 75 por ciento de su población vive de la beneficencia...Los adultos de San Luis del Este están abandonados sin esperanza. Sus niños están entre los más enfermos de Norteamérica. East St. Louis está en quinto lugar en muertos fetales, primero en nacimientos prematuros, tercero en muerte infantil. Los niños están hambrientos y carecen de cuidados médicos... En Los Ángeles tenemos la advertencia de lo que nos espera, los más costosos motines del siglo XX, un levantamiento de desesperados...¿Nos convertiremos en una nación llena de hogares empobrecidos por una minoría con mayores posibilidades?... (publicado por El Cronista de Buenos Aires, en su edición del martes 20 de octubre de 1992, pág. 18).





LA PELÍCULA





Malcom X ha resucitado. Pero ¿qué es lo que ha originado su resurgimiento luego de 28 años de silencio? Las causas son muchas. Una ha sido el rebrote de la violencia racial motivada por un mayor empobrecimiento de las masas de color en los EE.UU, de la cual los motines y enfrentamientos que tuvieron como epicentro la ciudad californiana de Los Ángeles, entre el miércoles 29 de abril y el viernes 1º de mayo de 1992, constituyen una seria advertencia. En épocas de lucha y resistencia los pueblos apelan a sus caudillos históricos y Malcom X quedó -en el decir de nuestro Don Atahualpa Yupanqui- "prendido como abrojo en la memoria" de las hermanas y hermanos negros como bandera de rebelión. Otro ha sido, sin lugar a dudas, el oleaje que ha levantado la película del director cinematográfico Spike Lee[7]. Sin embargo , la influencia de Malcom X no es nueva. Desde un principio sus ideas han inspirado la carrera cinematográfica de Spike Lee y de los nuevos realizadores negros; sus palabras son las balas que los raperos (danzarines de baile popular negro llamado rap) lanzan desde hace una década, y su vida, que él mismo relató al escritor Alex Haley, ha sido la biblia para miles de afroamericanos. Publicada en 1965, poco después del martirio de su protagonista, la autobiografía de Malcom X ha tenido más de 40 ediciones y en los dos últimos años sus ventas se han multiplicado un 300%. "La autobiografía es peculiar porque aborda hechos que están sucediendo en ese preciso momento, es una crónica. Y es el viaje espiritual de Malcom X. Este libro es un ser vivo, al que Haley deja respirar", señala Floyd B. Barbour, profesor de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Boston. Precisamente, la película de Spike Lee está basada en la autobiografía relatada por Haley. A ello hay que añadir la edición de Lee "en puntos clave", tales como el principio y el final de la película: comienza con el famoso video de la paliza a Rodney King por la policía de Los Ángeles y culmina con escenas de la vida cotidiana en Soweto, el mayor ghetto negro de Sudáfrica, ubicado en la periferia de Johannesburgo.



La película Malcom X de Spike Lee tiene una duración aproximada de tres horas y media. El protagonista, Denzel Washington, mide lo mismo que el famoso líder musulmán negro, casi dos metros, y tiene parecido carisma. Detalles físicos aparte, Washington ya interpretó a Malcom X en teatro hace diez años y ha interiorizado tanto a su personaje que hasta en la vida real habla como él. El propio Lee actúa en la película y ha conseguido que aparezca en pantalla Nelson Mandela, el líder negro del Congreso Nacional Africano que pasó 27 años de su vida en una cárcel sudafricana, y que la viuda de Malcom, la hermana Betty Shabbaz, haya intervenido como asesora. El 20 de noviembre de 1992 fue el día oficial del estreno en los EE.UU. Spike Lee, el director de la película -ya polémica incluso antes de su rodaje- , dijo a los niños que de ser preciso no fuese ese día a clase, porque "en el cine van a aprender más historia que en la escuela". Tomás Eloy Martínez, articulista del matutino Página 12 de Buenos Aires, en la contratapa de su edición del domingo 20 de diciembre, realiza un pormenorizado comentario del film Malcom X, confesando emocionado que "la intensidad de las imágenes es tal que el film sólo puede verse en el cine. El video lo degradará y convertirá sus detalles en un laberinto de cenizas"...Justamente, desde principios de diciembre de 1992, en Buenos Aires crecieron los rumores en el ambiente de las distribuidoras cinematográficas sobre la posibilidad de que la promocionada película del cineasta negro Spike Lee, Malcom X, no se estrenen en los cines de la Argentina debido a presiones ejercidas desde una colectividad con enormes recursos económicos y políticos, y el film sea lanzado en video. Parece ser que esos mismos que tienen como deporte rasgarse sus vestiduras, ulular como sirenas y embanderarse con la libertad de expresión, la reivindicación de los derechos humanos, el pluralismo y la discriminación racial y religiosa, siempre son los primeros en pedir la censura y la represión contra las obras de arte y las expresiones culturales genuinamente populares que no convienen a sus intereses de usureros y traficantes.





MALCOM X: EL EJEMPLO DEL MARTIR





Malcom X es un ejemplo de cómo un hombre en la lucha contra sí mismo, o sea contra sus propias debilidades, vicios y contradicciones, puede esforzarse, reformarse y vencer al mal en el Nombre de Dios. En una época en que el marxismo parecía tener todas las respuestas, Malcom se convirtió al Islam. Tras siete años de prisión por llevar una vida descarriada, se convirtió en el apóstol de los musulmanes negros.



Malcom murió tal como había vivido, como un héroe. Con el mismo espíritu del Señor de los Mártires , el Imam Husain [8](La Paz sea con él). Malcom murió defendiendo la Verdad y la Justicia para poner fin a la maldad y la opresión. Así como el martirio del Imam Husain no fue en vano, tampoco lo fue el de Malcom, quien dejó su legado de coraje y autosacrificio para ser transmitido a las futuras generaciones de creyentes en todas partes: que aceptar y abrazar el martirio por la causa de Dios y en defensa de los débiles y oprimidos es una muerte más dulce que la miel.





FIN













[1] Organización secreta estadounidense, caracterizada por sus actividades racistas. Fundada en 1866 como un club social, al año de la abolición nominal de la esclavitud (31 de enero de 1865) y de la finalización de la sangrienta guerra civil entre unionistas norteños (liberal-capitalistas) y los confederados sureños (latifundistas-esclavistas) el 9 de abril de 1865, rápidamente se transformó en una organización política sudista reivindicando sus principios segregacionistas y ultra reaccionarios mediante la intimidación y el asesinato. A partir de 1873, el KKK se transformó en una banda paramilitar clandestina al servicio de la administración norteamericana para neutralizar y disuadir a las masas desposeídas y rebeldes, como los negros y los inmigrantes irlandeses católicos. Los KKK generalmente son identificables por sus albornoces blancos con cruces rojas sobre el pecho que hacen recordar a sus tristemente célebres predecesores, los cruzados y templarios medievales.





[2] El llamado "cristianismo" norteamericano es un producto sintético que nada tiene que ver con Cristo (la Paz sea con él), engendrado para colonizar ideológicamente mediante técnicas de "lavado de cerebro" puestas en práctica por las más diversas sectas (Mormones, Testigos de Jehová, pentecostalistas, secta Moon, Iglesias "electrónicas", Adventistas, etc.)





[3] El principio cristiano del amor a los enemigos y a quienes nos hacen el mal (Mateo 5:39, Lucas 6:29), que se expresa popularmente con "poner la otra mejilla", a dado lugar a muchos abusos de interpretación y empleo capcioso por quienes, desde el refugio doctrinario de la religión, surten de ideología a los opresores. Jesús, con él sea la Paz, enseña en ese pasaje a cultivar el buen trato entre hermanos en la fe, pero de ninguna manera propone pasividad ante la injusticia y el error. Prueba de ello es su purificación del templo, en donde recurrió a la violencia para imponer la verdad: "Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas y volcó las mesas..." (Juan 2:15)





[4] Boxeador norteamericano nacido en Louisville, Kentucky, el 17 de enero de 1942. Su obtención del título mundial de los pesos pesados en el combate con Sonny Liston (25 de febrero de 1964) coincidió con su conversión al Islam. Muhammad Alí es el único hombre que ha reconquistado dos veces el campeonato de los pesos pesados. Derrotó a George Foreman el 30 de octubre de 1974, tras haber sido desposeído del título por autoridades pugilísticas norteamericanas el 28 de abril de 1967 por negarse a incorporarse a filas y combatir en Vietnam. Luego arrebató el título de la WBA a León Spinks el 15 de septiembre de 1978, habiéndolo perdido previamente ante él el 15 de febrero de 1978.





[5] Dirigente negro estadounidense. Influido por el pacifismo del blanco norteamericano Henry Thoreau (1817-1862), el llamado apóstol de los derechos civiles, Martín Luther King, llevaba largo tiempo trabajando en nombre de la comunidad negra cuando Malcom X salió a escena. Su política consistía en conseguir la integración en una sociedad blanca que cerraba el acceso a los negros, a los latinos y a todas las gentes de color, particularmente a los indios pieles rojas sobrevivientes de las grandes matanzas perpetradas por el ejército norteamericano a fines del siglo XIX. Su estrategia se basaba en reclamar una pequela libertad y algunos derechos por las buenas, hacerse querer y trabajar duro para labrarse el merecido hueco...Por ser un buen chico, el 14 de octubre de 1964, el predicador de la no violencia fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, un año después de que promoviera la gigantesca marcha sobre Washington (28 de agosto de 1963) por los derechos civiles. Allí pronunció su famoso discurso He tenido un sueño (I have a dream), un manifiesto político bastante confuso que servía a los propósitos del sistema para integrar y domesticar a los negros rebeldes. El 4 de abril, el reverendo King fue asesinado en Memphis, Tennesse. Su viuda, Coretta Scott King, tomó las riendas de las actividades pacifistas de su marido y preside el Centro King para el Cambio Social No Violento, en Atlanta (Georgia), la ciudad donde King nació el 15 de enero de 1929. Hoy su nacimiento es feriado nacional en Estados Unidos. Malcom X aún no tiene el suyo- aunque una coalición está en el empeño desde hace seis años- Malcom fue muy crítico con la actitud de King. Le llamaba conformista y Tío Tom, algo que también hace el director cinematográfico Spike Lee. Ambos consideran que Martín molestaba menos a los blancos "porque los mantenía en la plantación". "Cada vez que oigo lo del sueño de Martín pienso que los líderes negros tienen que bajarse de la nube y asumir la realidad", dijo Malcom.





[6] Siglas de Federal Bureau Of Investigation, servicio del departamento de justicia de EE.UU, fundado en 1908. Especializado en misiones de seguridad interior y espionaje, su capacidad operativa- al igual que la CIA (Central Intelligence Agency)- le permiten actuar con autonomía respecto a la autoridad constitucional, como lo demostró el director cinematográfico Oliver Stone en su film testimonial JFK.





[7] Spike Lee realizó anteriormente otros films reivindicativos de la lucha antirracial, apareciendo en ambos como actor: School Daze (editada en video como "Locuras en la Universidad") , en 1988; y Haz lo correcto (Do the Right Thing) en 1989, un retrato inquietante del racismo en un barrio neoyorquino donde conviven italianos, portorriqueños, coreanos y negros. A mediados de febrero de este años, en un reportaje exclusivo concedido a un matutino argentino, Spike Lee se define contra el escritor anglo-indio Salmán Rushdie y se solidariza con los musulmanes que lo condenaron (Spike Lee, "No invitaría a Rushdie a mi casa", Página 12, Bs. As, págs. 22-23, viernes 19-02-93).





[8] Husain Ibn Ali (626-680 d.C.), nieto del Profeta Muhammad (BPD), el tercer Imam de los musulmanes según la escuela de la pensamiento shiíta duodecimana, fue martirizado junto con sus setenta y dos compañeros en la batalla de Karbalá en el sur de Irak (ocurrida el día diez -Ashura- del mes de Moharram del año 61 de la Hégira, (que corresponde al 10-10-680), en su lucha contra el tirano omeya Yazid Ibn Mu´auia. El ejemplo del Imam Husain es permanente fuente de inspiración para los musulmanes que combaten por la verdad contra la falsedad.






He aquí algunos pensamientos revolucionarios, clarividentes testimonios que denotan la voluntad de martirio de Malcom X, quien los dictó poco antes de morir al periodista Alex Haley - que después sería famoso por su best seller Raíces (Rotos)-:






"No se necesita a nadie para hacer estallar la dinamita sociológica que surge del paro, de la mala calidad de las viviendas y de una educación inferior en los guettos. Esta situación explosivamente criminal ha existido desde hace tanto tiempo que no precisa espoleta, estalla por sí sola, se incendia espontáneamente desde su propio interior..."







"Me llaman 'el negro más furioso de Estados Unidos'. No desmentí tal acusación. Describía con exactitud mi estado de ánimo. 'Creo en la ira. La Biblia dice que hay un tiempo para la ira'. Me llamaban 'un maestro, un fomentador de la violencia'. Yo respondía categórico: 'Esto es mentira. No estoy a favor de la violencia desenfrenada, estoy a favor de la justicia. Creo que si personas blancas fueran atacadas por negros y las fuerzas de la ley se mostraran incapaces, o inadecuadas, o reacias a proteger a esos blancos de esos negros, entonces esos blancos deberían protegerse y defenderse a sí mismos, utilizando las armas, en caso necesario para defenderse.'





"¡Malcom X aboga por armar a los negros!'



¿Qué había de malo en ello? Les diré que había de malo. Yo era un negro que hablaba de defenderse físicamente de los blancos. Los blancos pueden linchar, quemar, bombardear y golpear a los negros, eso es correcto. 'Tened paciencia...-nos dicen-, las costumbres son difíciles de cambiar...Las cosas están mejorando.'





Bueno, yo creo que quién se deja pisotear y acepta esa brutalidad sin hacer nada por defenderse es un criminal. Si es así como debe interpretarse la filosofía 'cristiana', si eso es lo que enseña la filosofía de Ghandi, bien, entonces, afirmo que esas filosofías son criminales.(Op. cit., pp. 377-378)





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Creo que Dios le concede ahora a la llamada sociedad blanca 'cristiana' su última oportunidad para arrepentirse y expiar los crímenes cometidos al explotar y esclavizar a los pueblos no blancos del mundo. Es exactamente igual que cuando Dios le dio al faraón la oportunidad de arrepentirse. Pero el faraón persistió en su negativa a conceder justicia a los oprimidos. Y, como ya sabemos, finalmente Dios destruyó al faraón.





¿Lamenta realmente la América blanca sus crímenes contra el pueblo negro? ¿Tiene la América blanca capacidad para arrepentirse contra el pueblo negro?¿Tiene la América blanca capacidad para arrepentirse y expiar sus crímenes? ¿Existe esta capacidad para arrepentirse y expiar en una mayoría, en la mitad, o siquiera en un tercio de la sociedad blanca norteamericana?





Muchos hombre negros, las víctimas, de hecho la mayoría de los hombre negros, quisieran ser capaces de perdonar, de olvidar esos crímenes.



Pero la mayoría de los blancos norteamericanos no parecen sentir la necesidad de realizar expiación alguna ni de hacer justicia a los negros.



En realidad, ¿cómo podría expiar la sociedad blanca el haber sometido a millones de seres humanos a la esclavitud, la violación, la indignidad humana y otras formas de brutalidad durante siglos?¿Qué expiación exigiría el Dios justiciero por el robo del trabajo, las vidas, la verdadera identidad, la cultura, la historia e incluso la dignidad humana del pueblo negro?(Op. cit., p. 381).





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Yo era, según él, un antinorteamericano, un no- norteamericano, sedicioso, subversivo y probablemente comunista. Le contesté que sus palabras venían a demostrar lo poco que sabía de mí- Le dije que lo único de lo que el FBI, la CIA o cualquier otro podrían hallarme culpable era de tener un espíritu abierto. Le expliqué que buscaba la verdad y que intentaba medirlo todo objetivamente según lo que valía. Le dije que estaba en contra de las mentalidades estrechas y las sociedades cerradas. Le dije que respetaba el derecho de todo hombre a creer en cualquier cosa que a su inteligencia le parezca intelectualmente sensata y que esperaba de los demás que respetaran mi derecho a creer de la misma forma.



Aquel super detective sacó entonces a colación mis creencias religiosas de "musulmán negro". Le pregunté si tal vez en su cuartel general no se habían molestado en informarle que mis actitudes y creencias habían cambiado. Le expliqué que el Islam en que creía en ese momento era el Islam que se enseñaba en La Meca, que no había otro dios sino Allah, y que Muhammad ibn Abdullah, que vivió en la ciudad santa de La Meca mil cuatrocientos años atrás, fue el último Mensajero de Allah.



Casi desde el principio había adivinado una cosa y me arriesgué. La verdad es que conseguí desconcertar a aquel "super detective". Por la persistente subjetividad de todo lo que preguntaba y decía, había deducido lo siguiente: '¿Sabe? , creo que es usted un judío con un apellido anglicanizado.' La involuntaria expresión de su rostro me confirmó que había dado en el clavo. Me preguntó como lo sabía. Le expliqué que tenía mucha experiencia en el modo en que me atacaban los judíos y que me resultaba fácil identificarlos. Le aseguré que lo único que tenía en contra de los judíos era que hubiera tantos judíos hipócritas que afirmaban ser amigos de los negros norteamericanos y que me molestaba que me llamaran tan a menudo 'antisemita' cuando decía cosas sobre los judíos que yo sabía eran verdades como puños. Le dije que reconocía en los judíos el mérito de ser los blancos más activos, más ruidosos, que más dineros aportaban , más 'punteros' y 'liberales' que había en el movimiento por los derechos civiles de los negros. Pero también le dije que al mismo tiempo sabía que los judíos desempeñaban esos papeles por una razón estratégica cuidadosamente calculada, que cuanto más se concentraran los perjuicios norteamericanos en los negros, más se desviarían los judíos. Afirmé que, en mi opinión, la prueba de que la postura de muchos judíos sobre los derechos humanos no era sincera estaba en que demasiado a menudo, en el Norte, los más rápidos segregacionistas eran los mismos judíos. Tomemos por ejemplo todos los ámbitos en los que el hombre negro está intentando 'integrarse': o bien son los judíos los propietarios reales, o detentan puestos principales de control, o tienen la mayoría de las acciones, o están situados en cualquier posición de poderosa influencia. ¿Y acaso ejercen sinceramente esas influencias? ¡No!



Y una prueba aún más concluyente de lo que piensan realmente los judíos de los negros, le dije, era lo que ocurría invariablemente cuando un negro se mudaba a un barrio blanco residencial en el que hubiera una mayoría judía. ¿Quién encabezaba siempre el éxodo de los blancos? ¡Los judíos! Generalmente algunos blancos decidían quedarse; uno se daba cuenta siempre de quiénes eran: los católicos irlandeses, los italianos, rara vez se quedaba algún judío. E, irónicamente, a menudo los mismos judíos siguen teniendo problemas para ser 'aceptados'.



Cuando digo estas cosas sé que todos me acusarán de 'antisemita'. ¡Oh, sí! Pero la verdad es la verdad (Op. cita. Pp. 383-84)







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Cada mañana me despierto con la conciencia de que me han prestado un día más. En cualquier ciudad, allá donde vaya a pronunciar discursos, celebrar mítines de mi organización o atender a otros asuntos, hombres negros vigilan todos mis movimientos esperando la ocasión de matarme (...).



Sé también que podría morir de repente a manos de racistas blancos, o de un negro pagado por los blancos. O quizá por obra de un negro con el cerebro lavado, que actúe por iniciativa propia creyendo que al eliminarme a mí estará ayudando a los blancos debido a mi modo de hablar sobre ellos.



En cualquier caso, vivo cada día como si estuviera ya muerto. Os diré lo que me gustaría que hicierais. Cuando haya muerto, y lo digo porque sé que no viviré lo suficiente para leer este libro cuando se publique, quiero que os mantengáis a la expectativa y comprobéis si no es cierto lo que digo, que el hombre blanco, a través de su prensa, me identificará con el 'odio'.



Me utilizará cuando esté muerto, igual que ahora que estoy vivo, como símbolo adecuado del 'odio' y eso le permitirá evitar la verdad sobre mí, que todo lo que he hecho ha sido sostener un espejo para que reflejara la historia de los indescriptibles crímenes que su raza ha cometido contra la mía.



Ya lo veréis. Me colgarán la etiqueta, como mínimo, de negro 'irresponsable'. Siempre he creído que el 'líder' negro al que el hombre blanco considera 'responsable' nunca consigue resultados. Cuando se es negro, los resultados solo se consiguen si el hombre blanco te considera 'irresponsable'. En realidad, esto ya lo aprendí cuando era niño, y desde que he llegado a ser una especia de 'líder' de los negros en esta racista sociedad norteamericana, cada vez que el hombre blanco me ha rechazado o atacado me he sentido más seguro de mí mismo, porque cada vez estaba más convencido de estar en el buen camino para trabajar a favor de los negros de Estados Unidos. La oposición del racista hombre blanco me daba a entender, automáticamente, que lo que yo le ofrecía al hombre negro valía la pena.



Sí, he disfrutado de mi papel de 'demagogo'. Sé que las sociedades han matado a menudo a las personas que más la han ayudado a cambiar. Si cuando muera he conseguido arrojar alguna luz sobre cualquier verdad que contribuya a destruir el cáncer racista que corrompe el cuerpo de Estados Unidos, todo el mérito será de Aláh. A mí atribuidme sólo los errores. (Op. cit., pp. 392-93)





(Material extraído de la revista "Mensaje del Islam", Año III, Nro. 9, Abril 1993/Shaual 1412, Buenos Aires, Argentina)