sábado, 28 de julio de 2007

Tras la huella de la presencia arabe islámica en Cuba

Tras las huellas de la presencia árabe en La Habana


Latinoamérica - 22/07/2007



Casa Árabe en La Habana


Guiadas por la sabiduría, el amor a la profesión y a la cultura árabe islámica del Dr. Rigoberto López, director de la Casa de los Árabes de la Oficina del Historiador de la Ciudad, y de los especialistas de esa institución Carlos Velásquez y Jacquelín Díaz, este miércoles las familias cubanas, que participan en la séptima edición de Rutas y Andares, se adentraron en el legado milenario dejado por esa región presente en La Habana.

El Andar por las presencias culturales es una de las novedades diseñadas por el proyecto en este verano, y en particular este recorrido por la herencia árabe atrajo a gran cantidad de público que, dividido en dos grupos, pudo conocer acerca de estudios relacionados con los inmigrantes sirios, palestinos y libaneses radicados en la calle Monte y en arterias aledañas a esta vía, y de las huellas presentes en la arquitectura, el idioma, la botánica y la gastronomía.

Con la frase As salamu aleikum (que la paz sea con ustedes) comenzó el recorrido por los inmuebles de Obispo 117 y 119, donde se pueden apreciar características del estilo mudéjar o morisco –como algunos prefieren llamarle– para continuar por la calle Mercaderes, y visitar el cuarto-mirador de la casa del capitán general Laureano de Torres-Ayala (Mercaderes 107), donde recientemente se inauguró una nueva sala expositiva de la Casa de Asia. Con un balcón corrido, el espacio considerado el más importante de la edificación, permite comunicarse con el exterior sin ser observado, premisa que responde al concepto del mundo árabe de protección a la propiedad y a la mujer. Genuino exponente del estilo mudéjar es este dormitorio con techos de alfarje sostenidos por tirantes y vigas y decorados con profusión, que antaño eran elaborados por maestros del astillero de La Habana, fundado por el capitán de maestranza Juan de Acosta, a principios del siglo XVIII y considerado como el más importante de Hispanoamérica. "Si miráramos un alfarje al revés podríamos descubrir la quilla de un barco", observó Carlos Velásquez al aludir a la perfección y el acabado de la techumbre.

Más adelante el especialista de la Casa de los Árabes enfatizó en los elementos arquitectónicos que se adicionaron al estilo mudéjar en Cuba, entre los cuales se distingue la introducción de vanos en las fachadas, elementos inexistentes en las casas moriscas, que surgen en la Isla debido al clima tropical y por exigencias urbanísticas del gobierno colonial. De esta manera, se rompe el precepto de recogimiento e intimidad del mundo árabe con respecto a la vivienda.

Tras las huellas de la presencia árabe el recorrido prosiguió por otras mansiones de la época colonial en las que el estilo morisco dejó su pequeña impronta. En la casa de la Obrapía fueron admirados sus arcos bilobulados y trilobulados; en la Guayasamín, el acceso al zaguán hacia una galería interior y en el restaurante Al Medina, su planta superior, casi desprovista de vanos, y el patio –mezcla de granadino con rasgos criollos– rodeado de arcos de medio punto, con pie derecho y columnas en madera; centro de la vida social, donde se celebraban bautizos, bodas, se dormía la siesta, y un surtidor de agua –símbolo de prosperidad y limpieza para el mundo árabe– le otorgaba frescura y humedad. En él se cultivaban incienso, adelfa, jazmín, romero, manzanilla, geranio, albahaca, menta y violeta para dar colorido, aromatizar y curar a los enfermos de la casa. Allí, en ese espacio, que hoy forma parte de la Compañía Habaguanex S.A., las familias de Rutas y Andares disfrutaron de una exhibición de platos típicos como el Kilwe y el Homus, a cargo del chef Planas, quien explicó otras múltiples recetas árabes solicitadas por los visitantes.

Uno de los valores más preciados de esta experiencia es la interacción que se establece entre los especialistas de la Oficina y el público; por ello entre los momentos memorables del recorrido estuvo el descubrimiento de vocablos árabes (más de cinco mil) empleados en la lengua española: adoquín, alpargata, alcantarilla, jarra, alcohol, alfombra, alfiler, aceite...

La mañana culminó en la actual sede de la Casa de los Árabes, ubicada en una antigua construcción de finales del siglo XVIII y principios del XIX, en Oficios núm.16, entre Obispo y Obrapía, en la que, a través de sus salas expositivas, se muestra el mundo del zuq (mercado tradicional), que refleja el modus vivendi de esos pueblos, sus trajes típicos, mantas y tapices; así como alfombras que datan del siglo XVI y XX, estas últimas tejidas a mano y obsequiadas por mujeres iraquíes especialmente al museo.

La música y la danza, dos elementos claves de esta cultura, pusieron punto final a la jornada con la actuación de alumnas del taller de danza Aisha Al-Hannan, que bajo la dirección de Gretel Sánchez, presentaron una pieza popular tradicional egipcia, acompañadas de instrumentos típicos. Esta danza, en sus orígenes, se interpretaba en la intimidad, solo entre mujeres, y en ella son característicos los golpes de cadera y los movimientos ondulatorios, tan vigentes dentro de los gustos de la juventud cubana que, allí presente, coreó y palmeó, sintiéndose parte del espectáculo.

Luego de los andares por la presencia africana y árabe, la próxima semana las familias cubanas podrán continuar descubriendo los secretos de la ciudad, esta vez para acercarse a la huella dejada por la cultura china. El recorrido tendrá como punto de salida el Pórtico del Barrio Chino de La Habana, sito en Dragones y Amistad.


(Webislam 25/7/07)