domingo, 3 de junio de 2007

El gobierno de Kirchner hace concesiones, pero el de Bush

ARGENTINA

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El gobierno de Kirchner hace concesiones, pero el de Bush
siempre le pide algo más
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Por: Emilio Marín (LA ARENA)

Fecha publicación: 29/05/2007

            El presidente argentino ha regateado con la Casa Blanca los
términos de la dependencia y en ciertos casos ha dicho que no, verbigracia
el ALCA. En otros hizo concesiones y creyó que Washington se contentaba.
Pero al tiempo se vio que no.

            Salvo para los enemigos más acérrimos de Néstor Kirchner, que lo
igualan con sus desastrosos predecesores en el cargo -Carlos Menem y
Fernando de la Rúa-, en general se entiende que su administración no
practica las 'relaciones carnales' con Estados Unidos. Aquellos dos sí lo
hacían, desenfrenadamente.

            Una visión más objetiva de las cosas genera la idea de que el
gobierno asumido en mayo de 2003 ha tenido fricciones y regateos con la
superpotencia, para ganar algunos centímetros más de autonomía o movimientos
propios en la arena internacional. Y que, alternadamente con esos momentos,
ha hecho concesiones de importancia a Washington para lograr respiros en la
asfixiante relación que desde esa metrópoli se busca establecer con los
gobiernos de su área de influencia.

            Cuando en estos cuatro años hubo instantes de pelea, algunos
admiradores de Kirchner lo presentaron como un 'antiimperialista' casi a la
altura de Fidel Castro y Hugo Chávez. Y cuando sobrevinieron escenas de
acercamiento con la Casa Blanca, los enemigos del patagónico lo pintaron
como un pelele igual o peor que el de Anillaco. ¿No sería mejor sacar
conclusiones más multilaterales respecto a esa política de diferenciación y
reamigamiento consecutivo? Posiblemente así se podría tener una valoración
más aproximada a la verdad sobre la naturaleza del gobierno argentino, que
aunque se empecine en festejar con miles de personas los 25 de mayo no está
a la altura de un Mariano Moreno pero tampoco es un virrey como Baltasar
Cisneros.

            Noviembre de 2005 ilustra la circunstancia de mayor
confrontación entre el presidente argentino y su par norteamericano. Fue
durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, cuando George W. Bush
fracasó en su intento por imponer el libreto hegemonista del Area de Libre
Comercio de las Américas (ALCA).

            En la ocasión el patagónico se alineó con Chávez y los cuatro
mandatarios del Mercosur, negándose a rubricar la propuesta estadounidense.
Encima se permitió que el venezolano y una serie de organizaciones sociales
y políticas del país y la región realizaran un acto masivo en el estadio
Olímpico de la ciudad. A Bush le dijeron de todo menos bonito.

            Desde entonces transcurrieron 16 meses hasta que la presencia
del texano en Uruguay, en marzo último, inspiró una tribuna crítica en
Buenos Aires. Chávez habló ante una multitud y en el estadio de Ferro se
gritaron como goles cada una de sus propuestas de la Alternativa Bolivariana
de América (ALBA). Kirchner no asistió al evento pero dejó hacer. Quizás no
congeniaba mucho con el ideario chavista pero quería trasuntar su malestar
con el prominente viajero que pisaba Brasil, Uruguay, Colombia, México y
Guatemala pero evitaba la Argentina. El número tres del Departamento de
Estado, Nicholas Burns, se quejó públicamente de que las autoridades
argentinas hubieran permitido que el venezolano hiciera el acto público del
9 de marzo.

            Los reamigamientos

            Cada una de las movidas kirchneristas que dejaron aflorar
ciertas simpatías por Venezuela fue acompañada, tiempo después por un gesto
que la neutralizaba en alguna medida porque implicaba profesión de fe en la
amistad con Washington.

            2006 fue pródigo en intentos por acercamiento kirchnerista a esa
metrópoli. Como la política se ejerce a través de hechos y no tanto del
verbo, corresponde subrayar el pago de 10.000 millones de dólares que el FMI
reclamaba a nuestro país. Se hizo efectivo en enero de 2006, echándose mano
a buena parte de las reservas del país.

            Aunque se presentara esa medida como una supuesta forma de ganar
independencia, en la práctica supuso cumplir el sueño del Fondo, de que
antiguos deudores como Rusia, Brasil y Argentina concretaran sus pagos para
disminuir su exposición.

            Bush vio con buenos ojos esa parte de la operación, aunque le
disgustara la retórica 'independentista' con que se la encubrió.

            Otro gesto proestadounidense del patagónico ocurrió en setiembre
del mismo año, cuando fue a tocar la campanita en la bolsa de Wall Street.
Allí se reunió con grandes inversores y banqueros, y recapituló: 'hemos
vuelto al lugar de donde nunca debimos irnos'.

            En ese periplo neoyorquino se produjo otro acople significativo
con el Departamento de Estado: el canciller argentino y la primera dama
Cristina de Kirchner acordaron con las demandas del lobby israelita. Ambos
se comprometieron con la campaña contra Irán. La excusa formal y judicial
fue acusar a ese país de la voladura de la AMIA a pesar de que las presuntas
pruebas de eso no se han colectado judicialmente ni alcanzado grado de
verdad.

            En un viaje posterior a Buenos Aires, el mencionado Burns y el
subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Thomas Shannon, expresaron su
gratitud a la Casa Rosada. Ellos tenían un argumento más para su belicosa
campaña contra Teherán.

            Nuevas demandas

            El gobierno K decidió seguir en lo esencial a Bush en la 'lucha
contra el terrorismo'. De allí que en marzo de 2005 el Congreso argentino
aprobó dos leyes seguidistas de la estrategia estadounidense. Una convalidó
el 'Convenio Internacional para la Represión del Financiamiento al
Terrorismo', adoptado en 1999 por la ONU; y otra hizo lo propio con la
'Convención Interamericana Contra el Terrorismo', aprobada en 2002 por la
OEA en Barbados.

            Si en Balcarce 50 creyeron que allí terminaban los deberes, se
equivocaron.

            En estos días arreció la campaña de Estados Unidos, por medio
del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) para que aquí se adopte
una ley de represión al financiamiento del 'terrorismo'. Los primeros
borradores eran tan brutales que hacían caer dentro de esa calificación
hasta movimientos piqueteros que cortan calles. El ultimátum es que si el 24
de junio no está votada esa norma, el GAFI adoptará algunas sanciones contra
la remolona Argentina.

            Cuando ese deber sea realizado, antes o después de esa fecha,
seguro que se impondrán otras tareas, también bajo el chantaje de poner una
mala nota al país.

            Esa mala calificación figuró en el boletín informativo del
Departamento de Estado donde se avisaba a sus turistas que evitaran estos
lares donde campean 'huelgas, sobreventa de pasajes y problemas técnicos en
aeropuertos', 'un aumento del crimen callejero y secuestros express', 'los
manifestantes bloquean calles y autopistas', etc.

            De las seis veces que Jorge Taiana le abrió su despacho al
embajador Earl Wayne, la última fue la única en que el clima no fue amable.
El canciller lo citó para hacerle saber su desagrado por aquella circular
apocalíptica. En las anteriores recepciones el clima había sido festivo.

            Otro punto que puede provocar rispideces es la nueva orientación
del PEN de proteger las fuentes de agua potable, una cobertura que incluiría
al Acuífero Guaraní, uno de los mayores reservorios del planeta. Para la
superpotencia este recurso crítico hoy y en el futuro cobra gran interés, al
punto que desde 2005 tiene 400 marines en Mariscal Estigarribia, Paraguay.

            La reorientación en la doctrina argentina se ha llevado al
Ejército, al menos en los papeles. En su plan hasta 2026 se prevé como
hipótesis de conflicto la defensa de 'los recursos naturales considerados de
interés vital para el desarrollo nacional y el bienestar de sus habitantes'.
Habrá que ver si se ejerce esta defensa o si finalmente las nuevas
guarniciones protegen a las multinacionales petroleras, gasíferas y mineras.

            EEUU no descansa en su búsqueda de contar con oficiales
latinoamericanos 'amigos': entre 2001 y 2005 hubo 85.820 militares de esa
procedencia que se entrenaron en el Norte. Allí se los trata de inmunizar
contra el virus chavista. ¿Cuántos y quiénes fueron los oficiales argentinos
que hicieron esos cursos?

            Eso es difícil saberlo. Pero sí fue una información publicada en
los diarios del 22 de mayo último, que el embajador Wayne condecoró a
oficiales argentinos 'por su colaboración en las relaciones con los EEUU'.
La legión al mérito fue para el general Ricardo Echegaray y otras
distinciones para los coroneles Raúl Señorans y Daniel Oneto, los
vicecomodoros Ricardo García y Darío Alcalde. Que los marinos no se pongan
celosos. El Congreso ya autorizó la entrada de efectivos estadounidenses
para el enésimo operativo naval 'Unitas'; luego de eso aquéllos también
tendrán sus medallas.


(Fuente: Resumen Latinoamericano 31/05/07)