Especuladores financieros toman ganancias del hambre global
por Stefan Steinberg
Global Research, April 24, 2008
Una serie de informes en los medios de comunicación internacionales han atraído la atención sobre el rol de los especuladores profesionales y de los fondos de apuestas que suben el precio de los artículos básicos -en particular, los comestibles. El marcado aumento en precios de comida en los recientes meses ha llevado a protestas y alborotos en varios países por el globo.
El martes 22 de abril un vocero de la ONU se refirió a un "tsunami silencioso" que amenaza zambullir en el hambre a más de 100 millones de personas en cada continente. Josette Sheeran, director ejecutivo del Programa de Comida Mundial (WFP) de la ONU, advirtió: "Ésta es la nueva cara del hambre: los millones de personas que no estaban hace seis meses en la categoría de hambre urgente, pero que ahora lo están".
Un reciente artículo en la revista británica New Statesman, titulado "El Frenesí Comercial que envió los Precios a las Nubes", advierte que los aumentos en la población global y el salto a los bio-combustibles son factores importantes en el aumento de precios de comida, pero luego declara: "Estos factores a largo plazo son importantes, pero ellos no son las razones reales que explicarían por qué los precios de comida se han duplicado o por qué la India está racionando arroz, o por qué los granjeros británicos están matando cerdos, para los que no pueden almacenar stock de comida. La causa es la crisis del crédito".
El artículo dice que la crisis de comida se ha desarrollado en "un espacio increíblemente corto de tiempo, esencialmente durante los últimos 18 meses". Continúa afirmando lo siguiente: "La razón para la 'escasez' de comida es la especulación en futuros de commodities que siguen al derrumbe del mercado de derivados financieros. Desesperados por ingresos rápidos, los tratantes están sacando billones de dólares de equidades y bonos de hipoteca y poniéndolos en comida y materias primas. Se llama el 'súper-ciclo de commodities' en Wall Street, y es probable que cause inanición en una escala épica".
Los precios mundiales para artículos básicos como cereales, aceite de cocina y leche han subido firmemente desde el 2000, pero han escalado en forma dramática desde que la crisis financiera en vías de desarrollo en EEUU comenzó a morder en 2006. Desde el inicio de 2006, el precio promedio mundial para el arroz ha subido un 217%, para el trigo a 136%, el maíz a 125% y la soja a 107%.
Bajo las condiciones de crecientes default de deuda que se levantan de la crisis americana de las hipotecas subprime, los especuladores y los grupos de apuestas han cambiado sus inversiones, desde las securities de alto-riesgo "atado" a las llamadas "tiendas de valor", qué incluyen oro y petróleo en una punta del espectro y "commodities suaves" como maíz, cacao y ganado en la otra punta. El artículo en New Statesman señala que "los especuladores están apostando inclusive sobre los precios del agua", y luego concluye: "Sólo como el estampido en los precios de la vivienda, la inflación en el precio de los commodities se alimenta a sí misma. Más se elevan los precios, y más grandes se hacen las ganancias, más invierten otros, esperando ingresos grandes. Obsérvese los sitios web financieros: todos y sus madres están apilando en commodities... El problema es que si usted es una de los 2.8 mil millones personas, casi la mitad de la población mundial que vive con menos de $2 por día, usted puede pagar por estas ganancias con su vida".
La inversión actual en "commodities suaves" es recomendada favorablemente por analistas líderes del mercado. Según Patrick Armstrong, gerente de Dirección de Inversión de Insight Investment Management en Londres, "las materias primas pueden demostrar ser la mejor clase de inversión para los fondos apuestas, porque el mercado es tan ineficiente. Esto produce más oportunidades para ganancia".
Mucha de la especulación internacional en commodities de comida tiene lugar en la Chicago Stock Exchange (CHX), donde varios fondos apuestas, bancos de inversión y fondos jubilatorios han aumentado substancialmente sus actividades en los últimos dos años. Sólo desde enero de este año, la actividad de inversión en el sector agrícola ha subido por un cuarto en la CHX, y según la firma Cole Partners de Chicago, el compromiso por fondos de apuesta en el sector materia prima se ha triplicado en los últimos dos años, hasta alcanzar un total de $55 mil millones.
Los inversores a gran escala, como los fondos de apuesta y los fondos jubilatorios compran futuros: participaciones en bienes básicos y comestibles a ser entregados en una fecha fija en el futuro. Cuando el precio de los commodities sube significativamente entre el tiempo de inversión y el tiempo de entrega, el inversor puede llevarse a su casa una ganancia grande.
A la luz de la actual crisis alimenticia, se garantizan ingresos sustanciales de ganancia. Según las figuras de CHX, los futuros del trigo (para entrega en diciembre) se espera que suba por lo menos 73%, los de sojas a 52%, y los de aceite de soja a 44%.
Los desastres ecológicos mayores, como la reciente sequía en Australia que golpeó la producción de comida y levantó los precios de los commodities, son noticias buenas para el inversor corporativo.
Este año, las cosechas substancialmente reducidas en Australia y Canadá han llevado los precios del trigo a las nubes. El Deutsche Bank ha estimado que el precio para el maíz se duplicará, mientras el precio para el trigo subirá un 80% en el corto plazo.
Tales desastres ecológicos que pueden arruinar granjeros ordinarios y significan pobreza para millones a causa del aumento en el precio de los alimentos, es un aspecto de la "ineficacia" del mercado de materias primas referido a lo anterior, qué actualmente hace de los "commodities suaves" una perspectiva atractiva para los especuladores mayores.
Codicia mortal
Un artículo titulado "Codicia Mortal", en la edición actual del semanario alemán Der Spiegel, proporciona algunos detalles de las actividades de los fondos de apuesta en la especulación del mercado alimentario. La revista cita el ejemplo del fondo de apuesta "Ospraie" que generalmente se considera como el más grande de los fondos de administración que tratan actualmente en comestibles básicos.
El gerente del fondo, Dwight Anderson, se apoda "el rey de las materias primas". Ya en el verano de 2006, Anderson estaba recomendando la "rentabilidad extraordinaria" de cosechas agrícolas a sus accionistas. Mientras "Ospraie" es reacio a publicitar su nivel de ganancia de la especulación en commodities básicos, un inversor alemán principal es menos reservado.
Andreas Grünewald puso en marcha su Münchner Investment Club (MIC) en 1989, con capital de semilla equivalente a € 15.000. MIC ahora controla un volumen de € 50 millones, de los que € 15 millones son de inversión en materias primas. Según Grünewald, "las materias primas son la mega-tendencia de la década," y su compañía piensa intensificar su compromiso en agua y stocks agrícolas. La inversión de MIC sólo en trigo ya ha rendido niveles de ganancia del 93% para los 2.500 miembros del club.
El artículo de Der Spiegel señala que MIC y sus miembros piensan poco en las consecuencias catastróficas de su política especulativa de inversión para los países subdesarrollados. "La mayoría de nuestros miembros es más pasivo y orientado a ganar", nota Grünewald.
MIC, con sus € 50 millones, es un jugador menor comparado al gigante de finanzas ABN Amro que recientemente adquirió un único certificado que le permite especular en nombre de inversores más pequeños en el CHX.
Al comenzar las revueltas de hambre que tuvieron lugar hace unas semanas, ABN Amro publicó un prospecto en el que advierte que la India ha dado fuerza a una prohibición en las exportaciones de arroz que, junto con cosechas pobres en varios países, ha llevado a un declive mundial en las reservas de arroz. "Ahora", nota ABN Amro en su prospecto, "es posible por primera vez tener una participación en el número uno de comestibles en Asia."
Según el informe de Der Spiegel, los que respondieron a la apelación de ABN Amro pudieron obtener una tasa del 20% de ganancia en el espacio de tres semanas, en un período que vio un aumento grande en inversión en arroz en Chicago y otros centros importantes.
Inversión en Biofuel
Otro sector de inversión particularmente lucrativo que contribuye substancialmente a la actual crisis de comida global actual son los bio-combustibles. Inicialmente a la vanguardia como medio de protección del ambiente, los bio-combustibles se han identificado cada vez más a través del gran negocio como una alternativa aprovechable al petróleo caro en aumento. En el espacio de unos años, el bio-combustible se ha convertido en una industria privada creciente capaz de generar grandes tasas de ganancia.
En los últimos años, los grandes espacios de tierra a lo largo del planeta han cambiado de las cosechas de comida a la producción de etanol o bio-combustible, destinada principalmente a ser un suplemento de la nafta basada en el petróleo. El próximo año, se prevé que el uso de maíz americano para el etanol ascienda a 114 millones de toneladas, casi una tercio de toda la cosecha americana proyectada.
En palabras de Jean Ziegler, el rapporteur especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la comida, el salto a los bio-combustibles a costa de las formas tradicionales de agricultura es nada menos que un "crimen contra la humanidad."
Aunque la producción de maíz mundial está creciendo, el aumento está siendo más que absorbido por la diversificación del bio-combustible. Según el Banco Mundial, la producción de maíz global aumentó por 51 millones de toneladas entre 2004 y 2007. Durante ese tiempo, producción de bio-combustible en EEUU solo (principalmente etanol) se elevó a 50 millones de toneladas, absorbiendo casi todo el aumento global.
Subvencionados por el gobierno americano, los granjeros americanos han desviado totalmente 30 por ciento de la producción de maíz al esquema del etanol y han llevado al costo de otros granos más caros que están comprándose como suplementos para el alimento animal. La Unión Europea, India, Brasil y China tienen sus propios target para aumentar la producción de bio-combustible.
La Unión Europea ha declarado que para el año 2010, el 5,75% de toda la nafta vendida a los motoristas en Europa debe provenir de la producción de bio-combustible. Este mes, una ley del Reino Unido dio vigencia a una mezcla obligatoria de 2,5% de bio-combustible en nafta vendida a los motoristas. Una ley similar que estipula un sacudón de aumento de 10% en bio-combustible en la nafta se bajó recientemente en Alemania siguiendo la oposición de la industria del automóvil, así como dueño de automóviles ordinarios que serían obligados a comprar nuevos automóviles para adaptar el nuevo combustible.
Además del precio rápidamente creciente de artículos básicos como resultado de la producción disminuida de granos para propósitos de comida, el salto a segar la producción de bio-combustible ha servido para llevar los precios de la comida al precio alto del combustible.
Una equivalencia está surgiendo entre el precio de comida y el precio del petróleo. Según Josette Sheeran del World Food Programme (Programa de Comida Mundial): "Nosotros estamos viendo los precios de comida en muchos lugares en el mundo a niveles de combustible," con cantidades crecientes de comida "siendo comprada por mercados de energía" para bio-combustibles.
Con el petróleo que llega a $100 el barril, el sector de bio-combustibles es considerado actualmente como una fuente potencial de grandes ingresos para los inversores. La marcha hacia la máxima ganancia por el sector del biocombustible se resumió en el anuncio para un congreso sostenido en 2006 que declaró:
"Biofuels Finance and Investment World es el congreso de inversor definitivo de Europa que se enfoca exclusivamente en la cadena de valor que evoluciona alrededor de la nueva economía del bio-combustible. Los inversores e instituciones financieras se reunirán con accionistas de industrias claves para discutir futuras oportunidades de inversión, riesgos y áreas con gran potencial para ganancia."
La edición de abril 22 de Money Week recomienda que los inversores picados por la interrumpida crisis de subprime salten sus fondos al lucrativo mercado del bio-combustible. Junto con la revista Fortune, Money Week está identificando la multinacional holandesa de petróleo Royal Dutch Shell como un garante de buenos ingresos: "Nosotros la amamos porque hace grandes ganancias y es muy barato, pero al parecer también tiene una parte grande en Iogen, una empresa canadiense con una atractiva solidez en 'el descubrimiento potencial en tecnología del etanol.'"
Importante su lectura
Esta semana los precios récord del arroz en Estados Unidos y Asia alentaron
los temores a una crisis mundial de alimentos. En la imagen, un productor de India Foto: AP
Richard Haass (RH), director del influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), confiesa el fin de la hegemonía unipolar de Estados Unidos y, en lugar de la obvia multipolaridad donde se ha instalado el planeta, propone la absurda "no polaridad" de amplio multilateralismo y sin un claro poder al frente (Foreign Affairs, mayo-junio de 2008). Lo relevante de la confesión de RH no radica en su propuesta, muy discutible para el presente y el futuro, sino en la admisión del fin de la unipolaridad, que había ejercido ese país de manera impúdica. RH había adelantado sus exequias unipolares en The Financial Times (16/4/08): "la era unipolar, una época de dominio estadunidense sin precedente, se acabó".
Quien no se consuela del fin de la hegemonía estadunidense es el centro de pensamiento texano-israelí Stratfor –de menor estatura y alcances que el CFR–, el cual todavía no se entera del deterioro global de Estados Unidos en todos los rubros de su desempeño y suele alucinar sobre la invulnerabilidad eterna del poder militar de la otrora superpotencia unipolar y su prodigiosa tecnología.
En ese tenor, Stratfor, que se ha equivocado demasiado en fechas recientes debido a su obsesivo dogmatismo unilateralista, que nutre las alucinaciones geopolíticas de la principales trasnacionales estadunidenses de Wall Street, se quita las máscaras y da a entender que nos encontramos ante una verdadera guerra alimentaria (ver Bajo la Lupa, 16 y 23/4/08), en la que saldrán como "vencedores" Estados Unidos y la Unión Europea (UE), los supremos acaparadores de alimentos a escala global y quienes someterán finalmente a las rebeldes naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cuyo talón de Aquiles son justamente los alimentos ("La importancia geopolítica de las materias primas", 24/4/08): "los eventos de las pasadas semanas pueden ser profundamente desestabilizadores para el sistema geopolítico, ya que pueden causar no solamente inestabilidad interna, sino potencialmente cambios en el equilibrio del poder".
Brett Arends, columnista de The Wall Street Journal (21/4/08), reclama que "ya es tiempo de que los estadunidenses comiencen a almacenar alimentos", mientras Wal-Mart y Costco limitan la venta de arroz, que ha alcanzado precios demenciales (Breitbart.com 23/4/08).
Si no estamos ya en una "guerra alimentaria", que no se atreve a pronunciar su nombre, entonces, ¿cómo llamar a la serie de tales eventos que acontecen en los "mercados" sin el menor sustento económico?
Stratfor enuncia la verdad de Perogrullo, que intentaron sepultar los neoliberales mediante sus apuestas financieras: "las materias primas son la madre de todos los mercados globales. Representan activos estratégicos, desde el punto de vista geopolítico, puesto que la fábrica entera del sistema internacional puede ser reconfigurada por el costo y la asequibilidad a la energía, los metales y los alimentos".
Los hidrocarburos y los metales, como el cobre y el aluminio, se han disparado desde el segundo trimestre de 2004, pero también han sido alcanzados desde el año pasado, en su espiral ascendente, por los alimentos maíz, trigo, arroz y soya.
La tesis nodal de Stratfor es que "los alimentos se comercian de manera diferente a otras materias primas", en particular a los hidrocarburos: "el precio de los alimentos es más fundamental para la estabilidad política que el precio del petróleo". Cuando se interrumpe el abasto de los alimentos, "las poblaciones sufren hambrunas y luego se rebelan –entonces, los gobiernos se encuentran sacudidos en sus entrañas".
En esta crítica coyuntura de desplome financiero global, ¿conviene a Estados Unidos y a la Unión Europea, principales exportadores y acaparadores de granos del planeta, desestabilizar a sus triunfantes competidores geoeconómicos mediante la ominosa arma alimentaria?
Stratfor no emite la más mínima compunción sobre los afectados del planeta por la guerra alimentaria y parece refocilarse con los resultados: "en granos, los vencedores son Estados Unidos y Europa", que podrían "definir juntos una política alimentaria común", mediante la creación del equivalente a la "OPEP de los granos y otros productos alimenticios".
En similitud con la fase final de la guerra fría, cuando la URSS se vio obligada a negociar la importación de trigo con Estados Unidos, lo cual significó el inicio de su ocaso, ahora también la dupla EU-UE puede variar dramáticamente el equilibrio del poder mundial: "en la situación presente, los alimentos son oligopolistas y se encuentran controlados por manos fuertes (sic), países que producen y retienen granos sin provocar a sus poblaciones estrés indebido". ¡Ni más ni menos que la guerra alimentaria!
Sin contar el futuro control alimentario por las trasnacionales anglosajonas sobre los organismos genéticamente modificados, que significaría la mayor esclavitud jamás vivida por el género humano mediante la bioingeniería alimenticia, el centro de pensamiento texano-israelí maneja los alimentos convencionales como instrumentos de poder: "cuando los precios se encuentran elevados y los mercados interrumpidos, cualquiera (sic) que mantenga superávits vendibles puede hacer algo más que acumular dinero. Puede redefinir el equilibrio del poder global, cosa que el petróleo nunca ha hecho".
Así las cosas, Estados Unidos y Europa dispondrían de una "influencia masiva global", en particular "sobre varios países productores de petróleo, que pensaban disponer de todas las cartas hasta ahora". Pese a la "manía del etanol" (se calcula que en 2010, 30 por ciento de cosechas de Estados Unidos servirán para biocombustibles), esa nación posee un superávit con capacidad susceptible para doblegar a los "países carentes de alimentos". ¡Dios Santo!
En la reformulación de un neomalthusianismo radical y vertical, Stratfor aduce que estadunidenses y europeos "no padecerán hambrunas (sic), y sus ingresos disponibles los hacen mejor capacitados para manejar los choques de los precios que los ciudadanos del mundo en vías de desarrollo". ¡Que se mueran los feos!
En síntesis, a juicio de Stratfor, la carta vencedora de la geopolítica son los alimentos y no el petróleo.
A nuestro juicio son los dos, más los "fondos soberanos de riqueza" –que detentan Rusia, India y China, la OPEP y algunas potencias mercantiles sudasiáticas–, menos la colosal deuda anglosajona, entre otros factores geopolíticos relevantes (v.gr desenlace de la debacle militar de Estados Unidos en Irak y su empantanamiento en Afganistán). Como se nota, el mundo es mucho más complejo que el unilateralismo muy primitivo de Stratfor. De todas formas, la "guerra alimentaria" anglosajona ya está causando daño considerable.
Trabajadores filipinos apilan arroz importado de Vietnam y Tailandia –cuyos precios se encuentran entre los más bajos del mercado– para ser embalado de nuevo y vendido a residentes pobres de Ciudad Quezon, Filipinas Foto: Ap
Las alzas descomunales en los precios de los alimentos ocurrieron en paralelo a las apuestas sin precedente con los contratos de futuros, mediante los ominosos hedge-funds (fondos de cobertura de riesgos) en las bolsas de materias primas agrícolas del Chicago Board of Trade y en el eje agromercantilista Kansas-Minneapolis-Londres. El precio del arroz se duplicó dramáticamente en los primeros tres meses del año al pasar de 360 dólares a 760 dólares por tonelada métrica.
William Pfaff (WP) coloca el dedo en la llaga después de repasar todas las causales enunciadas de la crisis alimentaria global: "En forma extraña, poco se ha dicho sobre el papel de la especulación en los precios de las materias primas en general y específicamente de los alimentos" (Tribune Media Services Internacional, 16/4/08) y explica que el "volumen de contratos se ha incrementado 20 por ciento desde el inicio del año" en el mercado de Chicago CME Group (fusión del Chicago Mercantile Exchange y Chicago Board of Trade) que "cotiza 25 materias primas agrícolas". Más aún: "los hedge funds se encuentran muy activos" en un negocio circular y "están comprando también las empresas que almacenan los granos".
No dice que tal permisividad en los "mercados" solamente se explica mediante la "guerra alimentaria" que no se atreve a pronunciar su nombre y que, a nuestro juicio, ha sido desatada subrepticiamente por la dupla anglosajona, hoy en caída libre financiera, con el fin de dañar a sus triunfantes competidores geoeconómicos.
Antes de la "ronda Uruguay" de 1984, países como México e India, que eran autosuficentes, hoy se han vuelto deficientes: a partir del ingreso de las trasnacionales alimentarias anglosajonas al "mercado", gracias al picaporte de la disfuncional OMC.
En un deslumbrante estudio, Dani Rodrik, de la Escuela Kennedy de Harvard, desmenuza el cataclismo en Latinoamérica que produjo el decálogo neoliberal del Consenso (sic) de Washington, formulado por el FMI y el Banco Mundial (Items & Issues; The Social Science Research Council; Nueva York; invierno-primavera 07-08).
El parteaguas del control alimentario de la humanidad se gestó en la aciaga década thatcheriana de los 80 mediante la desregulación y la privatización agrícola. Con el auge de la globalización en 1995, la OMC combatió la "reserva" de los alimentos como una "distorsión mercantil", lo que dio vuelo a las trasnacionales agro-farmacéuticas anglosajonas para dominar el "mercado", como Monsanto, Cargill, Dupont y Novartis, que gozan con derechos de patentes (¿de corso?) para controlar los métodos de siembra, así como la bioingeniería de las semillas.
Una de las consecuencias de la "apertura" alocada del sector agrícola de la OMC le concedió el dominio financiero a las trasnacionales agroalimentarias, las principales enemigas públicas del género humano, como Cargill, Bunge, ADM y el dizque "filántropo" George Soros, convertido en el dueño de la pampa argentina, donde 50 por ciento de las tierras arables son prácticamente de monocultivo de la soya a expensas de otros granos.
La empresa Generation Investment Management, con sede en Londres, es propiedad del "ambientalista" Al-Gore, quien está asociado con David Blood (que le hace honor a la traducción de su apellido del inglés), anterior directivo del banco de inversiones estadunidense Goldman Sachs con fuertes inversiones en la empresa danesa Novo Nordisk, cuya filial Novozyms participa en 40 por ciento del proceso de destilación del bioetanol con enzimas.
En la prospectiva del Apocalipsis bíblico faltó agregar otro jinete: el bioetanol, cuyo principal efecto deletéreo ha provocado hambruna en casi 900 millones de seres humanos –al menos que tal sea el efecto buscado por el cártel alimentario anglosajón. En este año 12 por ciento de la cosecha de maíz mundial será utilizado para bioetanol.
Una docena de compañías claves, aliadas a unas 40 empresas medianas, dominan la cadena alimenticia en cuya cúpula se encuentra el cártel de las seis trasnacionales de granos: Cargill, Continental CGC, Archer Danields Midland (ADM), Louis Dreyfus, André y Bunge and Born. Su dominio es prácticamente absoluto en el mundo de los cereales y los granos desde el trigo, maíz y avena, pasando por el sorgo, cebada y centeno, hasta las carnes, lácteos, aceites y grasas comestibles, frutas, vegetales, azúcar y especias. Un organigrama del cártel alimentario tendría a la cabeza a Archer Danields Midland, Unilever, Grand Metropolitan (Pillsbury), Cargill y Cadbury, que se subdividiría en siete rubros:
1. Granos (Continental, Cargill, Bunge & Born, Louis Dreyfus, ADM-Topfer, André, Quaker Oats); 2. Carnes (BP, Conagra, Cargill, Sara Lee, Hormel); 3. Lácteos (Nestlé, Borden, Kraft, M.E. Frank, Hoogwegt, Unilever); 4. Aceites y grasas comestibles (Unilever, ADM, Procter & Gamble); 5. Azúcar/cacao (Nestlé, Tate & Lyle, Cadbury); 6. Bebidas (Guiness, Bass, Seagram, Coca-Cola, Pepsi-Cola, Anheuser Busch); y 7. Distribución (Nestlé, Grand Metropolitan-Pillsbury, RJR Nabisco, Phillip Morris, Kellogg, General Mills, United Biscuit, BSN, Hillsdown Holdings, Ralston Purina, Safeway, Chiquita International).
Cargill exporta 25 por ciento de granos de EU y es de las principales empresas de ese país con ingresos por 88 mil 300 millones de dólares el año pasado; opera con una importante rama financiera para riesgos en los mercados de futuros y cuenta con un hedge fund: Black River Asset Management.
Continental CGC se ha especializado en cereales, aves, porcicultura, carne de res, inversiones en seguros, bienes raíces y compra de activos empresariales. Archer Daniels Midland (ADM) se ha consagrado al negocio de los biocombustibles y 43 por ciento de sus ganancias provienen de productos subsidiados por el gobierno estadunidense.
La madeja de integración vertical y horizontal del cártel alimentario es impactante, pero más asombroso resulta el paraguas financiero de sus otrora grandes bancos (antes de su insolvencia global), primordialmente anglosajones y suizos, vinculados con su estructura operativa de control del aparato gastrointestinal del impotente género humano totalmente avasallado. ¿Cómo vamos a responder los ciudadanos del mundo a este desafío mayúsculo?
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