sábado, 9 de noviembre de 2013

"El narcotráfico va empeorando paulatinamente"

 

La mejor manera de combatir el narcotráfico es NO CONSUMIENDO; qué sociedad tan enferma y desquiciada para que se deba recurrir a las drogas como forma de vida. Nadie se plantea esto?

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Dossier

"El narcotráfico va empeorando paulatinamente"

Jueves 07 de Noviembre de 2013 16:47

 

Entrevista con el investigador del Ministerio de Seguridad y especialista en narcotráfico, Norberto Emmerich.

Por Enrique de la Calle

AGENCIA PACO URONDO: Han aparecido en los medios muchos hechos violentos vinculados con el narcotráfico. ¿Dan cuenta de un fenómeno cada vez más grave en el país?

Norberto Emmerich: El narcotráfico va empeorando paulatinamente pero para ubicarnos más o menos qué significa empeorar, deberíamos tener un diagnóstico de situación de dónde venimos y hasta dónde supuestamente estaríamos yendo. En línea general, Argentina ha sido tradicionalmente, y por muchos años, un país considerado “de tránsito”. Básicamente, de cocaína proveniente de Colombia y muy secundariamente de Bolivia con destino a Europa, y un poco luego, a raíz de los controles sobre los puertos colombianos, con destino a Estados Unidos. Ese status de ya quedó definitivamente en el pasado. El mercado argentino se ha vuelto más complejo: sigue siendo un país de tránsito pero claramente es un país de consumo muy fuerte.

En América Latina, hace unos años, era el segundo consumidor y ahora es un fuerte consumidor de cocaína. Y también, claramente y quizás eso sea lo más preocupante, ahora es un país productor, cada vez se descubren más laboratorios y cocinas de cocaína en los barrios de Buenos Aires y otras ciudades del país.

Por otro lado, está el problema de bandas que pelean entre sí por el control del territorio, como es el caso de Rosario, fuerte penetración territorial del crimen organizado, como pasa en Salta, o como el caso, tal vez poco conocido  pero cada vez más claro para los investigadores, de la Ciudad de Buenos Aires.

APU: Resumiendo lo que plantea: pasamos de ser un país sólo de tránsito de droga a constituirnos en un mercado importante para el narcotráfico. ¿Es así? ¿Qué implica eso en términos de la necesaria intervención estatal?

NE: Hay que tener en cuenta que el mercado argentino empieza a ser, desde hace varios años, interesantes básicamente por ser un país alejado de los circuitos de consumo tradicionales que siguen siendo Estados Unidos y Europa. Las crisis económicas que tuvieron los países latinoamericanos en los años 2001/2002, obligaron al narcotráfico a realizar cambios internos para poder seguir subsistiendo. En el caso de Argentina, nace el “paco” como droga alternativa frente a una situación económica sumamente hostil para los sectores más empobrecidos que ya no podían acceder a la cocaína porque se volvió muy cara. El “paco” crea un mercado cada vez más amplio.

En nuestros barrios y en nuestras villas, el consumo de paco crece cada vez más y se vuelve sustentable en el sentido que se acomoda y sostiene un mercado fijo y fuerte, protegido y muy enraizado con fuerzas policiales y demás. Por otro lado, el paco es un tema aparte, no es un tema solo o exclusivamente ligado a la droga, sino que tiene una problemática social y ambiental muy fuertemente conectada con el tema del consumo.

APU: ¿Cómo se organiza el narcotráfico en Argentina? ¿Son carteles que vienen del exterior, que trasladan sus sistemas de producción al país? ¿Se producen alianzas con productores locales?

NE: Lo que se puede decir es que tenemos intentos reiterados de carteles del exterior, primero colombianos, ahora mexicanos, de entrar en el mercado argentino por el lado de inversiones en campañas políticas en el pasado, pero no han sido muy exitosos. La penetración ha sido casi estrictamente de carácter financiero y no ha tenido demasiada repercusión. Lo que sí hay son carteles nacionales o creados en el país, en manos de población extranjera, tenemos carteles peruanos, paraguayos, colombianos. Algunos de ellos se dedican al tránsito de cocaína al exterior con base en el Puerto de Campana o con base en la isla de Cerrito en el Chaco.

Después tenemos actividades con lo que se llama “menudeo”: se da en nuestras ciudades con fuerte vinculación con fuerzas policiales provinciales. Tenemos además, y eso es lo que está llamando la atención, disputas territoriales muy fuertes en Rosario y ahora en Ciudad de Buenos Aires.

APU: ¿El caso de Rosario es el más grave?

NE: En Rosario se llegó a un punto en el cual la historia deja de ser tan caótica que ni se pueden nombrar personajes, ni grupos ni bandas ni crear un discurso periodístico alrededor del narcotráfico. Ahora se está en un estadio superior donde ya tenemos bandas con nombres, con líderes, una zona específica.

APU: En ese caso ¿Cómo evalúa la respuesta del gobierno santafesino?

NE: La respuesta del gobierno santafesino es bastante específica en dos puntos de vista. En primer lugar, el gobierno tiene problemas en el manejo político de su propia policía, que actúa en forma segmentada y fragmentada frente a la disputa que se da en entre bandas.

La disputa es entre dos bandas por el control del mercado y la actuación de la policía es fragmentada. Tradicionalmente la policía estuvo vinculada a la banda de “los monos”; con la intención de disminuir la importancia de esa banda, se optó por apoyar a la banda rival, con lo cual, la policía aparece como otro actor más en el medio de la guerra. Y la política provincial es una política clásica de penalización o criminalización del problema. No es que esto no sea un problema criminal y penal, pero todo abordaje que sea criminal y penal va decididamente al fracaso porque este es un problema político, en el sentido de que es un problema de control territorial. A esto se le agrega, y lo vuelve todavía más complicado y denso, la disputa de carácter político con el gobierno nacional, lo cual implica la casi nula posibilidad de una colaboración estrecha en la solución del problema.

APU: Muchos candidatos que obtuvieron muchos votos en las recientes elecciones hablaron de la necesidad de llevar al Congreso la discusión de políticas eficaces para combatir al narcotráfico ¿Por dónde ve que pasan esas soluciones, esas políticas?

NE: Los candidatos han tomado el tema de la seguridad en general y discursivamente el tema del narcotráfico, pero en general el modelo de gerenciamiento de la seguridad en Argentina sigue siendo el mismo, básicamente, un modelo de gerenciamiento. La palabra es proveniente del mundo empresarial y por lo tanto no tiene mucho que ver con el mundo político pero así es como se maneja la seguridad en Argentina. Los gobiernos y los gobernadores entregan a la policía el control en los temas de seguridad y la policía lo hace una especie de acuerdo con los sectores criminales más poderosos, el cual tolera cierto margen de ilegalidad, siempre y cuando no salte a la primera plana de los diarios y se convierta en un problema político.

Ese viejo sistema que ha funcionado durante algunas décadas ya hace varios años que es totalmente inviable y disfuncional porque los acuerdos no se cumplen, porque los gobiernos cambian constantemente de políticas, de funcionarios, los presupuestos son inestables, los ajustes son recurrentes. Y básicamente la mano de obra policial vive situaciones muy ajustadas en cuanto a presupuesto, vestimenta, equipamiento, tecnología, con lo cual, en definitiva, por más que se estandarice la política de seguridad, el control de la policía sobre esa política es cada vez más reducida.

APU: Uno de los temas que se discutió en la campaña es la posibilidad de voltear aviones, supuestamente ligados al narcotráfico. ¿Cuál es su opinión sobre esa política?

NE: Las políticas de control que el gobierno pueda plantear o plasmar tienen dos niveles, uno de carácter técnico y otro de carácter político. El gobierno sí se ha planteado y ha tratado de llevar adelante algunas estrategias de control con insumos técnicos. Un ejemplo de ello ha sido el programa del “Escudo Norte”, con la idea de radarizar la frontera y custodiar los ingresos de mercaderías ilegales.

Pero todo esto, precisamente por ser insumos técnicos y con la intención de que la política sea una acumulación de recursos técnicos, se torna rápidamente inútil y en el medio se vuelve inviable por las disputas presupuestarias entre distintas agencias.

En definitiva, de los tres radares que deberían funcionar para que el “Escudo Norte” sea realmente un escudo, sólo se compró uno que no cumple con todas las condiciones que se necesitan para controlar realmente los vuelos. No hay ley de derribo, cosa que debería discutirse para ver si es aceptable para nuestra idiosincrasia.

APU: ¿Hay leyes de derribo en otros países de América Latina?

NE: Ley de derribo tiene Brasil y además tiene completamente radarizado el Amazonas. Tiene estricto control de qué entra por minuto en toda la zona del Amazonas.

(Fuente: Agencia Paco Urondo)




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