Mister Wayne cree que los asuntos internos argentinos son también de su competencia
Por: Emilio Marín (LA ARENA)
Fecha publicación: 15/11/2007 Argenpress
íEl representante de la administración Bush en  nuestro país sigue haciendo de las suyas, inmiscuyéndose en asuntos argentinos  económico-comerciales y políticos propiamente dichos. En el gobierno K nadie le  pone límites. 
Earl A. Wayne llegó a Buenos  Aires en noviembre de 2006 y dejó claro que venía a reforzar las alianzas  económicas y políticas con el establishment empresario y las autoridades del  gobierno. Lo haría incluso corriendo el riesgo de que algunas de sus actividades  pudieran ser catalogadas como intromisión en los asuntos internos. 
Desde  entonces prácticamente cada semana estuvo reunido con alguno de los ministros,  que siempre les abrieron sus despachos y escucharon atentamente cada una de sus  propuestas. Alicia Kirchner y Ginés González  García fueron los únicos que no lo recibieron, salvo error u omisión  del archivo. Los demás miembros del gabinete, incluso aquellos que ya no están  -como Felisa Miceli- recibieron a Wayne en  cuatro o cinco oportunidades. Algunos más, como el canciller Jorge  Taiana, cuyo récord debe andar por las siete entrevistas con el  diplomático: la última vez fue en septiembre, para arreglar el viaje de la  comitiva oficial a Nueva York, donde Cristina de Kirchner  disertaría en un almuerzo de la monopolista Sociedad de las Américas. 
En  estos últimos días el representante de Estados Unidos centró su atención en el  área militar. El viernes 9/11 recibió en su residencia de avenida del  Libertador a medio centenar de oficiales de las fuerzas armadas argentinas y  agregados militares de otros países amigos (de Wayne, claro). Celebró así el Día  del Veterano de guerra norteamericano. En su discurso puntualizó  que 1,4 millón de soldados estadounidenses están en servicio activo en distintas  bases y escenarios del mundo, defendiendo 'la causa de la libertad'  (sic). 
Según Wayne, varios de los militares  reunidos con él en la ocasión 'han servido con honor en combates como en  Afganistán, Irak, Filipinas, Kuwait, y Panamá. Muchos han sido desplegados en  operaciones de paz y operaciones humanitarias desde Haití hasta Bosnia, de  Indonesia y hasta América Central'. Semejante reivindicación de la  política de las cañoneras y de los bombardeos y ocupaciones de países hubiera  sido lógica escucharla en Fort Benning. Pero es vergonzoso que oficiales  argentinos y de otros países presten sus oídos para esa monserga imperial en  Buenos Aires, como si los argentinos no supiéramos lo horrible que han sido las  violaciones a los derechos humanos y a la soberanía de esos países por parte de  los marines, 'boinas verdes' y comandos enviados por Washington.  
Para completar un mediodía para la vergüenza nacional, el  embajador condecoró a dos militares argentinos 'por sus esfuerzos en profundizar  la cooperación entre la Argentina y los Estados Unidos'. Los  premiados fueron el brigadier Rafael Márquez y el capitán de  navío Javier Valladares, que se desempeñaron como agregados  militares en el Norte. ¿Volvieron como admiradores del Pentágono?  
Buscando 'tropa propia'
Estas  condecoraciones son parte de la política estadounidense de forjar nuevas  relaciones castrenses aquí, donde saben que el sentimiento adverso está muy  empinado desde la colaboración de Ronald Reagan con Londres  durante la guerra de Malvinas. 
Ya en mayo último en la embajada del  barrio de Palermo se había condecorado a otros tres militares argentinos  actuantes en Washington. Esa ceremonia fue un hecho político aún más grave  que la de la semana pasada pues contó con la presencia de toda la  plana mayor de las FFAA: Jefe del Estado Mayor Conjunto, Brigadier General  Chevalier; Jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante Godoy; Jefe del Estado  Mayor de la Fuerza Aérea, Brigadier General Costantino; Sub-Jefe del Estado  Mayor del Ejército, General de División Pozzi; Sr. Director Nacional de  Gendarmería, Comandante General Schenone; Representante de Prefecto Nacional  Naval, Prefecto General Debardesi. Dios los cría y Wayne los junta.  
En esos actos y el trabajo hombre a hombre, los hombres del  Departamento de Estado y el Pentágono amarran vínculos políticos y personales  con la alta oficialidad argentina. Con la tradición pentagonista que hay, no les  es difícil de lograr. 
No sólo parecen haber tenido éxitos con esos  oficiales premiados. Por caso, lograron mantener a flote el estatuto de  Argentina como 'aliado especial extra OTAN', que la mayoría de los observadores  daba por finiquitado con el gobierno de Néstor Kirchner. No fue  así. Tal convenio, suscripto en 1997 por William Clinton  como premio a Carlos Menem, sigue en pie. No  importó ni siquiera el hecho de que nuestro país tiene litoral al Atlántico Sur.  Para la política de dependencia no hay puntos cardinales ni geografías cambiadas  que valgan. 
Otro caso. EEUU mantuvo a Argentina como miembro de la  fuerza militar de ocupación de Haití, la Minustah fletada en 2004 por Naciones  Unidas a pedido de George Bush. El balance positivo que  tiene la Casa Blanca de la presencia militar kirchnerista en Puerto Príncipe fue  expuesto por Wayne en agosto último, cuando lamentablemente fue  invitado de honor de Adepa. Expresó: 'hemos promovido juntos la democracia;  inclusive una misión de mantenimiento de la paz en Haití en la que las fuerzas  argentinas han desempeñado un papel importante en la construcción de una  democracia activa y la reconstrucción de una economía. No podríamos haber  logrado esto sin Argentina'. 
Sobre este tema de la ocupación de Haití y  otros, tales como el incremento en el número de los 90 oficiales  argentinos que ya hacen cursos de 'perfeccionamiento' en EEUU, la  posible venta de material de guerra, etc, el embajador habló este martes 13 con  Nilda Garré. La ministra le abrió por enésima vez su despacho  del piso 11 del Edificio Libertador y hasta posiblemente le haya dado la  primicia de que ella seguiría en la cartera con Cristina de Kirchner.  
Con estas maniobras envolventes y de infiltración,  Wayne busca tener 'tropa propia'.
Contra  Irán
Otro de los tópicos donde la embajada estadounidense en  Buenos Aires está jugando fuerte, como si fuera parte de su propia agenda, es el  referido a las relaciones entre Argentina e Irán.  
Wayne ha estado en actos de la AMIA, ha manifestado  su pleno apoyo a la demanda judicial para la extradición de personalidades  iraníes -dando por hecho que fueron organizadores del atentado contra la  mutual- y fogoneado el mencionado viaje de Kirchner en septiembre último a la  62º Asamblea de la ONU, donde acusó públicamente a Irán de no colaborar con la  contaminada investigación de los tribunales de Comodoro Py. 
Ese  diferendo es algo propio de los dos países, Argentina e Irán, y no de cuatro,  pues se han sumado -como si fueran parte- Israel y Estados Unidos. Los dos  últimos hicieron todo lo posible para que la asamblea de la Interpol realizada  en los primeros días del corriente mes en Marruecos resolviera pedir la captura  internacional de aquellos iraníes. 
Una vez que Interpol adoptó tal  resolución, los diarios del 8/11 recogieron las declaraciones de  Wayne, que según esos medios 'llevó la voz cantante' de su  país. El embajador emitió un comunicado de prensa calificando esa resolución  policial como 'una exitosa votación, una importante acción y un paso crítico en  los esfuerzos internacionales de la lucha contra el terrorismo'. El comunicado  consignaba: 'apoyamos las acciones del sistema jurídico argentino dirigidas a  llevar a los ejecutores de este ataque a la Justicia y aplaudimos los esfuerzos  de las autoridades argentinas en apoyo de dicho objetivo'. 
¿Qué tenía  que meterse el representante de Bush en una controversia jurídica entre las  autoridades argentinas e iraníes? Esta pregunta se contesta sola: se mete porque  está en su naturaleza, como diría la fábula del escorpión que picó a la rana que  estaba ayudándolo a cruzar el río. 
Washington vino promoviendo en el  Consejo de Seguridad de la ONU las dos primeras series de sanciones contra  Teherán y está a la pesca de la oportunidad de votar una tercera más drástica.  Tales resoluciones preparan el terreno para justificar una nueva guerra, la  tercera en esa zona en los últimos seis años. ¿En el gobierno K no hay  nadie que advierta lo obvio, de que la Casa Blanca, su embajador, el Pentágono y  el lobby israelita nos quieren utilizar para fundamentar un 'casus belli' contra  el territorio de los persas? 
Kirchner le cortó las alas  al embajador venezolano Roger Capella. A Wayne, en cambio, lo deja volar y hacer  nido donde quiera.
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