sábado, 26 de mayo de 2018



¿Que pasó con el Sayyed Musa al Sadr?





de Juan Hamid Maison
El 25 de Agosto de 1978 Sayyed Musa al Sadr tomó un avión en el Aeropuerto Internacional de Beirut que le llevaría a Trípoli. Iba acompañado de su ayudante Sheij Mohamad Yaacoub y del periodista Abbas Badreddine. Ese año el ejército israelí había efectuado uno más de sus muchos intentos fallidos de invasión del Líbano. El Imam Musa al Sadr era probablemente el líder más respetado del Líbano por aquel tiempo y para intentar alcanzar una postura conjunta internacional frente a la nueva agresión sionista, estaba efectuando una serie de visitas a los presidentes y monarcas de diferentes estados árabes. Aunque Libia no estaba en principio en su agenda de visitas, el por entonces presidente argelino Boumedian le sugirió que Gadaffi era un hombre clave para la solución del conflicto en el Líbano y que merecía la pena entrevistarse con él.
A pesar del prestigio del visitante, los medios de comunicación libios no dieron a conocer a la población la llegada del Imam shiíta libanés. Tampoco fue posible desde entonces contactar con ninguno de los tres visitantes, a pesar de que se conocía el hotel de Trípoli en el que se alojaban. Lo único que se sabe, según declaración de testigos, es que los tres abandonaron el hotel en un convoy oficial el día 31 de Agosto. Supuestamente, iban a entrevistarse con Gadaffi a las 13:00, pero el mandatario libio negó que la entrevista tuviese lugar. Desde entonces nunca más se ha sabido nada de Musa al Sadr ni de sus compañeros.
El presidente libanés de la época, Elias Sarkis, exigió explicaciones a Gadaffi y éste se limitó a indicar que Al Sadr, Yaacoub y Badreddine habían cogido un vuelo con destino a Roma. Se creó una comisión de investigación para averiguar lo sucedido en Roma y Trípoli. En Roma, las autoridades aportaron evidencias de que los desaparecidos jamás habían estado allí y Gadaffi se negó a que la comisión investigara en Trípoli.
Desde entonces, el gobierno de Líbano ha tenido claro que el responsable de la desaparición de Musa al Sadr es el coronel Gadaffi. En el 39 aniversario de los hechos, un tribunal libanés declaró culpable al líder libio y desde entonces se encuentra en busca y captura bajo pena de muerte.
Pero ¿quién era Musa al Sadr?
La familia al Sadr es probablemente la más influyente intelectual y políticamente de todo el mundo shiíta en los últimos tiempos. El máximo líder shiíta en Irak, el Gran Ayatolá Mohammad Baqir al Sadr era primo suyo, lo mismo que su hermana, Amina Sadr, intelectual y activista política. Ambos fueron brutalmente martirizados por el régimen de Saddam Hussein.
Musa al Sadr nació en Irán, en la ciudad santa de Qom, uno de los grandes centros teológicos del shiísmo. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Teherán de los 50. Luego volvió a Qom a estudiar Teología y Filosofía. En aquellos años, en el seminario de Qom, entre profesores y alumnos estaban la mayoría de los que luego serían líderes de la Revolución: Imam Jomeini era profesor allí, Murtadha Muttahari, por ejemplo, fue compañero de Al Sadr. Luego continuó sus estudios teológicos en el otro gran centro del shiísmo, la ciudad iraquí de Nayaf.
En 1960, la comunidad shiíta de Tiro, en el Líbano del que era originaria su familia, le invita a ser su imam. Al Sadr acepta y gracias a su inciativa y su capacidad de liderazgo, logra que poco a poco la comunidad shiíta del Líbano, hasta entonces la más perjudicada en el reparto de poder y la de situación socioeconómica más humilde, empiece a hacer valer sus derechos.
La actividad de al Sadr ejemplifica muy bien qué es el pacifismo bien entendido. Al Sadr hizo enormes esfuerzos para que la comunidad shiíta tuviese voz y voto en el Líbano logrando al mismo tiempo crear un clima de respeto entre las distintas comunidades religiosas que pueblan el pequeño país: sunnís, cristianos (maronitas, ortodoxos y armenios), drusos, alauís... Si hoy los drusos y cristianos maronitas del Líbano hacen un frente común con los shiítas de Hezbolá ante las agresiones de Israel, buena parte del mérito se le puede atribuir al trabajo de al Sadr. También a su labor hay que atribuir el hecho de que los alauitas fueran finalmente aceptados como shiítas, pues hasta entonces habían sido despreciados como una secta herética. Otro logro importante fue el de acabar con las rencillas entre los shiítas del Líbano y los refugiados palestinos que huían del genocidio israelí. Los primeros, la capa más pobre de la ciudadanía, veían en la avalancha de población de los segundos un empeoramiento de su situación.
Pero sin duda, la razón principal por la que hoy todavía las calles del Líbano están llenas de carteles con su imagen es la creación en 1974 del Movimiento de los Desheredados, una institución que creó una red de escuelas y hospitales que actalmente siguen siendo los únicos garantes de unos servicios básicos de educación y salud en ese sur del Líbano bombardeado y hostigado sin descanso por Israel. Esta red asistencial seguramente estuvo inspirada en las creadas por los Hermanos Musulmanes en Egipto y son las que hoy también sustenta Hezbolá, ese grupo que en muchos países es calificado oficialmente de "terrorista."
Cuando dijimos que Al Sadr practicaba un pacifismo bien entendido, nos referíamos a que no era de los que pensaba que la paz se impone solo con discursos bonitos. La paz requiere justicia social y la justicia social requiere poder defenderse de los que quieren acabar con ella por la fuerza. Para defender los logros del Movimiento de los Desheredados en un ambiente de guerra permanente se formó el Movimiento Amal, una milicia de la que posteriormente Al Sadr se desvinculó, por no compartir la deriva que estaba tomando. De hecho, una vez desaparecido Al Sadr, Amal fue cada vez siendo más un agente de los intereses sirios en la zona que una organización de defensa contra las agresiones israelitas.
La actividad puramente teórica de Al Sadr fue también de gran categoría, pero es poco conocida fuera de los círculos de especialistas. Fue uno de los impulsores del redescubrimiento del misticismo shiíta y de sus conexiones con el sufismo, los místicos cristianos y el taoísmo, colaborando a este fin con Henry Corbin, cuya esencial Historia de la Filosofía Islámica prologó. También se ocupó teóricamente de las implicaciones sociales del Islam y trazó una síntesis entre las tradiciones shiítas de Justicia Social y las teorías económicas de Marx.
¿Qué fue de Musa al Sadr y de sus dos compañeros de viaje? ¿Qué intereses llevaron a Gadaffi a hacerlo desaparecer, o al menos a colaborar con su desaparición? ¿Fue asesinado o sigue secuestrado en algún lugar? Muchos libaneses se hacen estas preguntas y no por mera curiosidad: es evidente que echan de menos a un líder como él.
El que secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, pronunció estas palabras que seguramente suscribirá toda la comunidad shiíta de ese país acosado durante tantos años:
"El Imam Sadr es el Imam de la Resistencia. Es nuestro líder y nuestro padre. Él nos enseñó a amar nuestra tierra y a luchar contra su ocupación."




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