lunes, 15 de julio de 2013

¿ORIGEN MUSULMAN DE LOS ARGENTINOS?

¿ORIGEN MUSULMAN DE LOS ARGENTINOS?

'Ali Pagés

 

2 de mayo de 2013 a la(s) 12:53

 

 

El título es provocativo, pero hablar de origen "moro" sería darle un giro étnico que los mismos musulmanes de al-Andaluz (la Andalucía musulmana) no tenían, pues la mayoría eran visigodos convertidos al islam, de raza europea. Los primeros inmigrantes llegados de España a nuestras tierras, los gauchos, eran musulmanes de Andalucía forzados a la conversión, o bien sus descendientes.

Esta tesis que durante tanto tiempo ha encontrado resistencia en nuestro medio, resulta casi evidente cuando se observa desprejuiciadamente y las coincidencias empiezan a brotar por doquier. Obviamente, este hecho histórico resulta difícil de probar con papeles, como muchas otras cosas. Fue una emigración clandestina, negada por la cultura oficial y olvidada. Pero los indicios son abrumadores. En la gastronomía: La empanada, exactamente igual a su simil árabe (una empanada salteña no se diferencia de la receta popular tunecina); la ausencia total del cerdo en la comida del gaucho, siendo el tocino central en la gastronomía española, no se lo encuentra en guisos y empanadas, bajo el pretexto de que "hace mal" (en cambio sí se encuentra en la gastronomía peruana, por ejemplo). En la vestimenta: Toda la vestimenta del gaucho; las bombachas, la faja alrededor de la cintura, la chaqueta, el pañuelo bajo el sombrero, son copia de la vestimenta árabe y andaluza. En las costumbres: La forma de enjaezar, adornar el caballo y domarlo, de hacer lazos, algunas decoraciones arquitectónicas simples de las viviendas como el ladrillo cruzado al frente, el infaltable pozo o aljibe junto al rancho, la filosofía de vida ecuestre. En la artesanía: similares decoraciones taraceadas en monturas y prendas, también influencias en la artesanía en plata. En la pronunciación: la ye rioplatense y la ese, típicas de nosotros y de la pronunciación árabe andaluza. En la música: la milonga (una guajira cubana "aflamencada" en Andalucía), y algunos otros ritmos. En el idioma: si bien es más general, hay muchas palabras españolas de origen árabe muy vinculadas al gaucho: Alpargata (de al-bargat, zapatilla), "jagüel" usada en lugar del español "pozo", para el aljibe, y la misma palabra gaucho, de la que se han sugerido muchos orígenes posibles, pero que deriva muy probablemente de "chauch", palabra que en árabe designa al conductor de ganados o vaquero. En andalucía aún se usaba en el siglo XX la palabra "chaucho".
A partir del 1500 en adelante, los "moros" o musulmanes andaluces se ven obligados a convertirse o exiliarse. La tierra de Andalucía había sido la sede de una de las civilizaciones más notables de las tierras islámicas, la cual había dado grandes filósofos (Averroes), científicos y místicos (Ibn Arabi) durante 800 años. O sea, el doble de tiempo que el que sus descendientes españoles iban a estar asentados en el Río de la Plata...
El exilio al norte de África no era una opción facil. ¿Dónde fueron esos "moros"? La identidad española se funda sobre el mismo acto de expulsión de moros y judíos de la península, por ello es que seguramente el destino de estos exhiliados no fue objeto de estudios, y su registro se ha perdido. Pero puede teorizarse que muchos encontraron acogida en las comunidades gitanas (que por esa razón terminó siendo una de las más grandes del mundo), donde crearon el flamenco. Otros se asimilaron a la sociedad cristiana. Sin embargo estos moriscos continuaron viviendo en los mismos barrios y ocupando un lugar bastante marginal en la sociedad. Por eso el exhilio a América buscando nuevas oportunidades fue una opción para la siguiente generación. El Río de la Plata era un destino poco vigilado. Tal vez la desconfianza a la autoridad que exhibe el gaucho independiente de nuestras pampas, arquetipo de la argentinidad, esté enraizada en este origen de marginados.
Aquí, cristianos viejos y nuevos se unirían en una sola cultura de pertenencia de frente al nativo: el indio. El gaucho de la pampa permanecería hispano de raza, aunque tomaría algunas costumbres del indígena; pero no tantas, pues la distancia cultural era mayor (el mate, la guarda pampa, etc.) En el resto del pais ocurriría un mestizaje con el indio, que constituye el 50% de nuestra base étnica.
No pretendemos negar aquí nuestra herencia cultural española, que durante 400 años aglutinó y forjó la identidad criolla. Paradójicamente, esa herencia hispana deberá en el siglo XIX ser defendida para no perderse frente a las modas francesas o inglesas... Pero esa rica identidad española también tuvo muchas influencias, entre ellas principalmente la de la civilización de al-Andaluz, que legaría a Europa entera gran parte de su acervo cultural, y se presentaría de manera directa, a nivel popular, en las costumbres y el espíritu de nuestras tierras.
En nuestro continente, verdadero crisol como siempre se ha dicho, se encontraron tres continentes: la europa latina, el negro africano y el indio. Es más, ese mismo indio nativo tiene orígenes diversos, igualmente poco explorados y sorprendentes: A la base probable de inmigración asiática/siberiana a través del estrecho de Bering, se unen una posible inmigración japonesa en Perú, polinesia en Chile y Argentina, africana entre los olmecas, y otras más extrañas aún. Los orígenes de América son plurales y misteriosos desde el comienzo, creando un substrato que alimentará y sobre el que se imprimirá la cultura hispana, la cual también es, ella misma, el resultado de aportes muy diversos (autóctonos vascos, celtas, romanos). Posteriormente, sobre esa base, se sumarían otras inmigraciones europeas (la italiana). El resultado es nuestra cultura latinoamericana, con sus variantes según la predominancia local de los diversos pueblos. Pero entre todos estos aportes misteriosos, el menos conocido y la más negado, es el origen evidente de nuestro gaucho en las centenarias tierras islámicas de Al-Andaluz.

Rectificando el título, diremos que este es un origen "en tierras musulmanas", ya que el islam es una religión, doctrina y modo de vida que se perdió. El islam, contra lo que se suele creer y ver desde Europa, no se presenta a sí mismo como ligado a alguna costumbre o raza en particular, sino como un credo universal. Aquí sólo quedaron algunas costumbres, algunas de ellas circunstanciales, y una vinculación desconocida por los primeros inmigrantes sirio-libaneses del siglo XX, que tampoco asentarían su religión en ese momento. Pero esa idiosincracia subyacente en estratos de nuestra cultura, resurgirá en mucho del modo de vida del gaucho, en muchos rasgos de nuestro comportamiento social (la relación con la familia, con los amigos) y nuestra visión del mundo, sutiles pero visibles para algunos cuando se hacen algunas comparaciones con otras sociedades.

 

sábado, 13 de julio de 2013

Juana de América

 

Juana de América

 

Un 12 de julio de 1780 nacía Juana Azurduy

 

Por Alberto Lapolla

 

La Guerrillera de la Libertad

 

 

Francisco de Miranda murió en las mazmorras de Fernando VII en Cádiz. Mariano Moreno fue envenenado por el capitán de un barco británico y su cadáver arrojado al mar, anticipando un destino recurrente para los revolucionarios argentinos. Manuel Belgrano murió en la pobreza en 1820, cuando aún la América necesitaba de sus inigualables servicios. Todavía no se habían cumplido ocho años de que hubiera salvado a la Revolución continental en Tucumán. Bolívar murió solo, perseguido por facciones oligárquicas que combatían su proyecto de unidad continental, expresando con amargura "he sembrado en el viento y arado en el mar." Bernardo O’Higginns fue desterrado y perseguido luego de luchar toda su vida por la libertad americana. Monteagudo fue apuñalado en una oscura calle de Lima. Dorrego fue fusilado sin juicio alguno -por instigación de Rivadavia- por su antiguo compañero de mil batallas, "el sable sin cabeza", el genocida Juan Galo de Lavalle. Juan J. Castelli el "orador supremo de la Revolución", quien destruyera los argumentos realistas en mayo de 1810, el jefe del ejército libertador americano que más cerca estuvo de llegar a Lima y destruir de un golpe el poder imperial español, antes de la llegada de San Martín, murió con su lengua cortada, preso y perseguido. Apenas dos días antes San Martín, Alvear y su discípulo Monteagudo acababan de desalojar al gobierno contrarrevolucionario de Rivadavia y el Primer Triunvirato, retomando la senda de Moreno y la Revolución. En este marco de ingratitud caída sobre nuestros revolucionarios, aquellos que nos dieron la libertad y produjeron la más grande de las revoluciones del mundo occidental del siglo XIX, no es de extrañar que Juana Azurduy, la mayor guerrera de América, ‘Juana de América’ -en un continente que hizo de la resistencia su identidad-, terminara sus días como una mendiga miserable en la calles de Chuquisaca habitando un rancho de paja.

 

Juana Azurduy y su esposo el prócer americano Manuel Ascencio Padilla, son los máximos héroes de la libertad del Alto Perú y por ende de nuestra libertad como americanos y como provincia argentina de la gran nación americana. Sólo la ignominia que aún campea sobre nuestra historia y sobre sus mejores hijos, hace que la República de Bolivia -escindida de la gran nación rioplatense, por el elitismo sin par de los ejércitos porteños que desfilaron, saquearon, defeccionaron y abandonaron el Alto Perú, a excepción del general Belgrano y por las apetencias oligárquicas- no considere a Juana y a su esposo el Coronel Padilla, como sus máximos héroes, y sí rinda honores al mariscal Santa Cruz uno de los generales realistas que reprimió la Revolución de La Paz de 1809, y que se pasó a las filas patriotas al final de la guerra de la Independencia. Fue el propio Bolívar quien al visitar a Doña Juana -ya destruida por las muertes de los suyos, el olvido de sus conciudadanos y el saqueo de sus bienes- le expresara ante la sorpresa de sus compatriotas, que Bolivia no debía llevar su nombre sino el de Padilla, su mayor jefe revolucionario. Pero los adulones destruyen las revoluciones.

 

El Alto Perú tierra india Juana Azurduy -junto a su esposo- simbolizan lo mejor de la revolución americana, lo popular y lo indio de nuestra gesta emancipadora. Combatieron por la libertad del Alto Perú -por entonces parte del Virreinato del Río de la Plata primero y de las Provincias Unidas después- desde la revolución de Chuquisaca y la Paz en 1809 -que fueran ahogadas en sangre desde Lima y Buenos Aires. Y en particular guerrrearon sin descanso y sin cuartel desde el grito de libertad del 25 de mayo de 1810. Ellos y los 105 caudillos indios y gauchos como Vicente Camargo, el Cacique Buscay, el Coronel Warnes, el padre Muñecas, Francisco Uriondo, Angulo, Zelaya, el Marqués de Tojo, el Marqués de Yavi, José Miguel Lanza, Esquivel, Méndez, Jacinto Cueto, el indio Lira, Mendieta, Fuente Zerna, Mateo Ramírez y Avilés entre muchos otros, junto a Güemes en Salta, fueron quienes impidieron que luego de las sucesivas derrotas de los ejércitos porteños al Norte, los realistas pudieran avanzar sobre Buenos Aires y destruyeran la revolución. Juana y Padilla eran oriundos de Chuquisaca -también llamada La Plata o Charcas- sede de la universidad. Allí estudiaron -y conspiraron- Mariano Moreno, Juan José Castelli y Bernardo de Monteagudo. Castelli, ya jefe del ejército del Norte, se hospedó en la casa de Padilla en su marcha hacia La Paz. Moreno era abogado defensor de indios pobres y perseguidos en el estudio del doctor Gascón en Chuquisaca. Allí contactó con el movimiento revolucionario. Juana nació en 1780, el año en que Túpac Amaru lanzó su revolución indígena que casi liquida al poder español. Sería el mismo favorito -de la reina- Godoy, quien señalara que la rebelión de Túpac estuvo a punto de quitarle a España los virreinatos del Perú y del Plata. Esa rebelión ahogada en la sangre de los cien mil indios ajusticiados por la represión genocida española y en los gritos del suplicio del gran Túpac, su esposa Micaela Bastidas Puyucawa y sus hijos, abrió el camino de la libertad pese a su derrota. El ejemplo del Inca Condorcanqui no podía sino conmover hasta los tuétanos el corazón de la América del Sur, del cual el Alto Perú y el Perú eran su núcleo principal de población original, con culturas profundas y altivas. Nada sería igual después de la rebelión de Túpac: ni el dominio español ni la resistencia americana. La generación posterior a su derrota, sabría vengar su suplicio y expulsaría a los criminales españoles por mucho tiempo -por lo menos hasta la llegada del Traidor Carlos Saúl I, ya al final del siglo XX. Es así que el sol de nuestra bandera es el glorioso sol de los incas y de Túpac Amaru.

 

La historia oficial argentina prefirió olvidar a los gloriosos revolucionarios del Alto Perú, por dos razones. Primero porque debido a las infamias cometidas por los ejércitos porteños, lograda su independencia en 1825 -y tal cual dejó entrever Ascencio Padilla en la carta que envió al fugitivo Rondeau- el Alto Perú decidió independizarse no sólo de España, sino también de Buenos Aires. Pasaría a llamarse Bolívar primero y Bolivia después, pese a la oposición del Libertador que comprendía que así ambas naciones perdían, pero el Alto Perú perdía más. La medida a su vez profundizaba la balcanización de la América unida que Gran Bretaña piloteaba a toda máquina apoyada en los Rivadavia y García de cada ciudad-puerto del continente. La segunda razón del olvido altoperuano en la historia argentina, obedece a razones más abyectas. La guerra del alto Perú es esencialmente una guerra de indios, de caudillos, de gauchos, de los patriotas de a caballo, del pueblo puro de América. Ese mismo pueblo que las tropas porteñas destruirían una y otra vez en la Banda Oriental, en el litoral o en el interior y finalmente en el Paraguay. Además eran guerrilleros, caudillos militares y habían ganado su grados -Manuel Ascencio Padilla fue designado Coronel del ejército del Norte cuando su cabeza estaba ya clavada en una pica. Juana Azurduy fue nombrada Teniente Coronel del ejército argentino a pedido de Manuel Belgrano- en el combate. Reivindicar su memoria para la historia oficial es nombrar lo innombrable. Lo gaucho. La "barbarie" de Sarmiento, la lucha de los pobres. Reconocer que los indios, los gauchos, los negros, los esclavos, los mestizos no eran inferiores sino que por el contrario, lucharon con mayor tenacidad y desprendimiento que la clase culta porteña por la libertad. Reconocerlo es negar el papel rector de Buenos Aires en el destino americano que inventó el partido unitario -y luego mitrista- y tanto daño hizo a la causa americana. Mejor es olvidar. "No sólo son bolivianos -‘bolitas’- además son indios, negros, matacos –monos".

 

Era verdad como demostraría San Martín que por el Alto Perú no se podía llegar a Lima, pero Buenos Aires con la historia oficial oculta algo más grave que explica el suplicio de la población altoperuana, jujeña y salteña entregada a la represión genocida española. Buenos Aires pudo haber liberado un gran ejército que tuvo combatiendo largo tiempo en la Banda Oriental para auxilio de los pueblos del Norte. Sólo debía reconocer -tal cual lo planteó Moreno en su Plan Revolucionario- que Artigas debía comandar la guerra por la liberación de la Banda Oriental, con sus gauchos y su pueblo, del cual era el jefe natural. Pero eso era inadmisible para la elitista y exclusionista clase mercantil porteña. En lugar de eso prefirieron entregar la Banda Oriental, primero a Portugal -se lo propusieron en secreto Alvear, Alvárez Thomas y Pueyrredón- y luego aceptaron su "independencia" colonial británica, que lograba así crear otro Estado en la boca del Plata, impidiendo que la Argentina tuviera el exclusivo control de los ríos de la Cuenca. Esa y no otra fue la causa de todas las guerras contra Rosas, Caseros incluida. Cualquier cosa antes de aceptar que los gauchos se manden a sí mismos o peor aún que "nos manden". Con sólo enviar esas tropas al Alto Perú y estacionarlas en Potosí -como señalaron Belgrano y San Martín- mientras se preparaba el cruce de los Andes, el pueblo boliviano habría sido salvado de sufrir lo indecible.

 

Juana Azurduy es la Revolución, es el pueblo en armas, son las mujeres del pueblo en armas, que pelean junto a los hombres, igual o mejor que ellos, que los mandan. Mujeres y hombres que destruyen ejércitos completos, superiores en número y armamento. Armados con hondas, macanas, lanzas, boleadoras, a fuerza de coraje y fiereza. Coraje y fiereza que dan la decisión de luchar hasta el fin por la libertad, por la justicia contra la opresión y el sometimiento de los semejantes. Luego del asesinato de su esposo y de varios de los principales jefes guerrilleros, Juana bajó a Salta y combatió junto a Güemes, quien la protegió y le dio el lugar correspondiente. Luego del asesinato de Güemes en 1821, Juana entró en una profunda depresión. En 1825 solicitó auxilio económico al gobierno argentino para retornar a Chuiquisaca. La respuesta del gobierno salteño resultó indignante, apenas le otorgó ‘50 pesos y cuatro mulas’ para llegar a la ‘nueva nación de Bolivia’. Doña Juana murió a los 82 años en la mayor pobreza. "Juana avanzaba casi en línea recta, rodeada por sus feroces amazonas descargando su sable a diestra y siniestra, matando e hiriendo. Cuando llegó a donde quería llegar, junto al abanderado de las fuerzas enemigas, sudorosa y sangrante, lo atravesó con un vigoroso envión de su sable, lo derribó de su caballo y estirándose hacia el suelo aferrada del pomo de su montura conquistó la enseña del reino de España que llevaba los lauros de los triunfos realistas en Puno, Cuzco, Arequipa y La Paz."

 

[Publicado en Lilith, marzo 2005]

 

+info: http://www.elortiba.org/azurduy.html

 

 

 

domingo, 7 de julio de 2013

La conexión nuclear secreta argentinoisraelí

CONTRATAPA

La conexión nuclear secreta argentinoisraelí

 

 

 Por Juan Gelman

Ocurrió en el período 1963-1966: Israel adquirió a Argentina mediante un pacto secreto de 80 a 100 toneladas de óxido de uranio concentrado para continuar con su proyecto nuclear. El óxido de uranio, debidamente procesado, se utiliza para alimentar los reactores nucleares que permiten producir la bomba. Esta información, basada en documentos de la época, fue dada a conocer la semana pasada por primera vez. El Archivo Nacional de Seguridad de EE.UU. (www.gwu.edu), el Proyecto de historia de la proliferación nuclear internacional y el Centro James Martin de estudios contra la proliferación nuclear (//cns.miis.edu) la dieron a conocer conjuntamente.

La operación se llevó a cabo bajo el gobierno del presidente radical Arturo Illia (12-10-63 a 28-6-66), quien fue elegido con el peronismo proscripto, y la concretó el entonces almirante Oscar A. Quihillalt, director de la Comisión Nacional de Energía Nuclear. A comienzos de los ’60 Argentina contaba ya con dos reactores de investigación y planeaba la construcción de un reactor capaz de proporcionar energía eléctrica. El óxido de uranio es esencial para su funcionamiento.

El propósito israelí de convertirse en un país nuclear se remonta a su creación. En 1949-50, Israel realizó estudios geológicos para determinar en qué medida se podía extraer uranio de los depósitos de fosfato del Néguev. En los ’50 y comienzos de los ‘60 exploró la viabilidad de esa opción, la descartó por demasiado costosa y comenzó la búsqueda de abastecedores extranjeros.

El primero que halló fue Francia, que además construyó la central de Dimona en el desierto del Néguev a 35 km al oeste del Mar Muerto. París se convirtió en proveedor de elementos nucleares a Israel, ignorando que bajo las instalaciones construidas los israelíes habían excavado un vasto sótano de investigación nuclear, pero en 1963 prohibió esas exportaciones. Israel no se arredró, buscó en otros países, como Sudáfrica y Gabón, y el conocimiento público, hoy detallado, de las compras de óxido de uranio a la Argentina arroja cierta luz sobre el oscuro proceso de cómo, de manera decididamente secreta, Israel consiguió materiales para su programa nuclear.

Los servicios secretos de Canadá detectaron la operación y vacilaron antes de compartirla con EE.UU., que fuentes de su embajada en Buenos Aires corroboraron. En 1964, revelan los documentos, funcionarios estadounidenses trataron de persuadir a Argentina de que aplicara restricciones severas a las futuras exportaciones de uranio, pero no se concertó ningún acuerdo. A esas alturas, EE.UU., Canadá, Gran Bretaña y hasta la ex URSS tenían sospechas fundadas de que Israel perseguía la obtención de armas nucleares. ¿Qué hicieron las grandes potencias? Muy poco: enviaron expertos a Dimona que no encontraron nada pero a quienes se les prohibió el ingreso a una extensa instalación.

Alan Goodison, funcionario del Foreign Office, envió el 29 de abril de 1964 una carta –calificada de “secreta”– a Arthur Kellas, consejero de la embajada británica en Tel Aviv, informándole que “Israel y Argentina firmaron un acuerdo de venta a Israel de toda la producción argentina de uranio concentrado que entrañaba el envío de 80-100 toneladas en 33 meses” y señalando que Israel poseía ya la capacidad de reprocesar plutonio y de obtener el suficiente para construir armas nucleares, “la ansiedad (israelí) por obtener uranio sugiere... motivos siniestros”.

Israel insistía en que su programa nuclear era de naturaleza pacífica. En el cable 555 que la embajada estadounidense en Buenos Aires envió al Departamento de Estado el 23 de octubre de 1964 se recogen declaraciones del almirante Quihillalt: señaló que los acuerdos con Israel sólo tenían salvaguardias generales, es decir, que el uranio sería empleado con fines pacíficos y que Argentina no requería informes, inspecciones o verificaciones independientes para comprobar si así era.

En tanto, en Israel, la Embajada de EE.UU. insistía inútilmente en conocer la ubicación del óxido de uranio argentino. El 2 de junio de 1966 recibía el cable 1052 del Departamento de Estado: ordenaba que se debía mostrar satisfacción por la inspección de Dimona y recordaba que el entonces secretario de Estado Dean Rusk había señalado a Abba Eban, su contraparte israelí, con quien se reunió en febrero de ese año, que aparentemente Israel seguía una política destinada a crear “ambigüedad” sobre sus intenciones nucleares.

Un acuerdo secreto de 1969 entre la primera ministra israelí Golda Meir y el presidente Nixon resolvió que la “ambigüedad” continuara hasta que Israel resolviera hacer pública la posesión de su arsenal nuclear (www.foreignaf fairs.com, septiembre/octubre de 2010), “Israel es el único país democrático de Medio Oriente”, no se cansan de decir los presidentes de EE.UU., republicanos o demócratas, saben –porque es notorio– que Israel posee unas 200 cabezas nucleares como mínimo, pero la Organización Internacional de Energía Atómica nunca envía inspectores molestos. Para qué. Salir de la ambigüedad la daña mucho.

(Página 12    7/7/13)